viernes, 23 de julio de 2010

El antimaradoniano

ESTEREOTIPOS

SUPLEMENTO NI A PALOS


El antimaradoniano


- Comparte muchas ideas del argentino antiargentino.
- Es también antikirchnerista.
- Pudo haber votado a Altamira como puede haber votado a López Murphy, pero nunca votaría a un peronista.
- Salvo al Turco, “que la hizo bien”.
- En las próximas elecciones su voto no sale de entre Carrió, Cobos o Macri.
- Es un perro jugando al fútbol pero su hijo es aún peor que él.
- Le gusta el rugby.
- Mira C5N.
- Usa tiradores o moñito.
- En general no es futbolero.
- En caso de serlo es hincha de River.
- Es capaz de abrir un grupo de Facebook bancando a Toti Pasman.
- Es moralista, suele llamarlo Maradroga, y a la noche se clava un clonazepam “para dormir bien”.
- Está en contra de la legalización “de la falopa”, pero no aborrece de la misma manera a las drogas legales.
- Cree que la visita de Estela de Carlotto a Sudáfrica significa que ahora en Pretoria, además de barras, hay montoneros.
- Está convencido que el gol con la mano a Inglaterra nos “aisló del mundo”.
- Coincide con Sanfilippo en decir que el segundo gol a Inglaterra en realidad fue un gol en contra del último inglés que se tiró al piso.
- Llamó al programa de Pergolini, El Gen Argentino, para votar por Fangio.
- Si gana la selección es por mérito de los jugadores; si pierde, por culpa absoluta de Maradona.
- No se lo dice a nadie, pero desea fervientemente que la selección se quede afuera del mundial en primera ronda.
- La tiene adentro.
- Cree que es una vergüenza que Maradona sea aquello por lo que se conoce a la Argentina.
- La frase “negros de mierda” la tiene a flor de labios, para cualquier situación.
- Dice no ser discriminador y que lo que pasa es que el Diego es un negro “de mente”.
- Afirma que Pelé, Platini, Zidane, El Beto Alonso y El Pirata Czornomaz fueron mejores que Maradona.
- le toma la leche al gato, se le escapa la tortuga, debutó con un pibe y hay se tiene que hacer un mechón.
- Es padre abandónico.
- Dice que los ingleses no se merecían La Mano de Dios.
- El más extremista a las Malvinas, las llama Falklands.
- Si pide un café, le pone sacarina.
- Tiene un tubo de sacarinas en el saco.
- Le jode “que bardee al Papa”.
- Le parece poco serio que se pase un feriado para tener un fin
de semana largo.
- Sale de minivacaciones todos los fines de semana largos.
- no se equivoca nunca porque no se juega nunca, es tibio.
- El antimaradoninano hombre nunca abrazó a un amigo.
- No come mandarinas.
- Es jefe de Gobierno porteño.

Colaboraron: Silvia Lupone, Martín Espinosa, Hugo Carlos Pedamonti, Horacio Rodríguez, Federico Murcia, Jorge Cipollone, Fernando García, Martin Clavell, Lorena García y Marilina Castañeda.

La mina que está esnamorada de Calamaro.

SUPLEMENTO NI A PALOS

ESTEREOTIPOS


La mina que está enamorada de Calamaro


Cree que Calamaro le canta a ella.
Sueña con drogarse mucho en una habitación del piso 25 de un hotel caro.
Suele estar buena.
Usa anteojos negros casi todo el año.
Odia a la que ama a Arjona.
Fuma Marlboro 10.
Usa All-Star y bandoleras de hilo (posiblemente compradas en Bolivia).
Le encanta que la suban a los hombros en los recitales y filmar con el celular.
Tiene de ringtone un tema de Calamaro (generalmente “Flaca”).
Fue a Machu Pichu.
Viajo al D.F. sólo para ir al Estadio Azteca.
Estudió teatro con Victor Laplace y una carrera humanística en la U.B.A.
Perdió la virginidad en un camping después de un fogón.
Se acostó con el cantante de una banda tributo a Calamaro.
Piensa que Bob Dylan es un mediocre imitador de Andrés.
Para referirse a él dice “Andrés”.
Está dispuesta a entregar su cuerpo a Javier Calamaro, aunque más no sea.
La pone muy cachonda escuchar a Calamaro hablando con tonada gallega diciendo, por ejemplo, “grifo” en lugar de “canilla”, o “pitillo” en lugar de “cigarrillo”.
Veranea en Villa Gesell.
Es capaz de escuchar el disco doble El Salmón de corrido (y después salir diciendo que odia Pinamar y le propone al novio irse a vivir a El Bolsón)
Es moderna.
Usa raros peinados nuevos.
Tiene un tatuaje en la cintura a modo de guarda.
Usa jeans con botas puntiagudas.
Va mucho a la peluquería.
Trata de combinar horriblemente su ropa.
Come muchos Sugus (porque le parece cool).
Tiene un tremendo poster de Bob Dylan en su cuarto.
Y ningún disco.
Si fuera hombre tendría un solo destino: ser el Bebe Contepomi.

Colaboró: Leandro Boccaccio

viernes, 16 de julio de 2010

Los que eligieron perder

Por Eduardo de la Serna *

El matrimonio igualitario es ley en Argentina. Obvio que un grupo ganó, y tocará a ellos y ellas festejar y analizar ese triunfo. Y la historia y la vida mostrará cuánto afecta a nuestra sociedad la nueva ley.

Pero como miembro de la Iglesia, y más allá de la opinión que cada uno tenga, creo que la Iglesia Católica romana (y otras comunidades religiosas) han perdido una batalla. Una batalla en la que habían puesto “toda la carne al asador”. ¿Por qué perdió “la Iglesia” esta batalla? (al hablar de “Iglesia” en este párrafo me refiero a la jerarquía episcopal, concretamente).

Brevemente me parece haber visto diferentes actitudes en los obispos: no me parece que fuera la misma (aunque todos compartieran el rechazo a la ley) la opinión de Casaretto que la de Marino, la de Arancedo que la de Aguer. Creo que en el interno de la Iglesia jerárquica, en esto –seguramente movido en muchos casos por el miedo– ganó la línea más dura, la que habló de “guerra”, de “kulturkampf” (lucha de culturas), la que lo planteó como una suerte de cruzada. Y esta posición no supo o no quiso argumentar, lo suyo era el fundamentalismo bíblico, la tradición, la “naturaleza”. Argumentos que pueden servir o debatirse en terrenos teológicos, para un debate teológico (o no, según el caso), pero no era teológica la cuestión que se discutía.

Si la jerarquía pretendía que su posición tuviera un eco, que fuera recibida, ¿por qué no puso a sus mejores “cabezas” a expresar argumentos y razones, en lugar de repartir condenas y amenazas? Creo que gran parte de la “derrota” de la jerarquía estuvo en sus propias filas, en haber elegido la vía de la confrontación y no la del diálogo.

Como curas, un grupo nos manifestamos formulándonos preguntas, en la jerarquía parecían abundar certezas. Creo que muy otra hubiera sido –no sé la votación, pero sí la sensación de “derrota”– si la Iglesia hubiera actuado mostrando otra cara, una cara de respeto, de escucha, de tolerancia. En algunos casos, los discursos de los senadores contra la Iglesia mostraron una polarización curiosa. Permítaseme una analogía: en algunos casos, ante la aparición de películas que algunos dicen que hieren la sensibilidad eclesiástica, muchas veces hay obispos que empiezan verdaderas campañas contra la película que sólo logran que la gente que concurre sea mucho mayor; el caso de la mala película El Código Da Vinci es evidente, una pésima película que seguramente hubiera estado una semana en cartel tuvo gran repercusión por la oposición cerrada de los obispos. ¿No hubiera pasado algo semejante en el tratamiento de la ley de haber habido otra actitud?

En lo personal no escuché argumentos fuera de lo estrictamente “eclesiástico” en contra de la ley, no hubo elementos jurídicos, sociológicos, psicológicos, culturales, antropológicos, etc. Creo que la Iglesia jerárquica sólo gritó más fuerte, ¡y perdió!

Si se hubiera aprendido de la historia, lejana y presente, a lo mejor los obispos hubieran elegido otro camino, y/u otros voceros. Creo que ellos eligieron perder.

* Coordinador del Movimiento de Sacerdotes en Opción por los Pobres.

El voto a voto del matrimonio igualitario

Los 33 a favor:

- Frente para la Victoria: José Pampuro, Eric Calcagno (Buenos Aires), Elena Corregido (Chaco), Pedro Guastavino, Blanca Osuna (Entre Ríos), Liliana Fellner (Jujuy), Marcelo Fuentes, Nanci Parrilli (Neuquén), Marcelo Guinle (Chubut), Ada Maza, Teresita Quintela (La Rioja), Eduardo Torres (Misiones), Miguel Pichetto (Río Negro), Nicolás Fernández, Jorge Banicevich (Santa Cruz), Beatriz Rojkes (Tucumán), Lucía Corpacci (Catamarca), Ana Corradi (Santiago), Daniel Filmus (Capital), Mario Colazo (Tierra del Fuego).

- Aliados FpV: María Díaz, José Martínez (Tierra del Fuego).

- UCR: Gerardo Morales (Jujuy), Ernesto Sanz (Mendoza), Alfredo Martínez (Santa Cruz), Eugenio Nito Artaza (Corrientes), Oscar Castillo (Catamarca).

- Otros opositores: Samuel Cabanchik, María Eugenia Estenssoro (Capital), Luis Juez, Norma Morandini (Córdoba), Rubén Giustiniani, Roxana Latorre (Santa Fe).

Los 27 en contra:

- Frente para la Victoria: Adriana Bortolozzi, José Mayans (Formosa), Rodolfo Bermejo (Mendoza), César Gioja (San Juan), Guillermo Jenefes (Jujuy), Luis Viana (Misiones), Daniel Pérsico (San Luis) José Mayans (Formosa).

- UCR: José Cano (Tucumán), Blanca Monllau (Catamarca), Roy Nikisch (Chaco), José Roldán (Corrientes), Mario Cimadevilla (Chubut), Ramón Mestre (Córdoba), Arturo Vera (Entre Ríos), Luis Petcoff Naidenoff (Formosa), Juan Carlos Marino (La Pampa), Laura Montero (Mendoza), Pablo Verani (Río Negro).

- Otros opositores: Josefina Meabe (Corrientes), María Higonet, Carlos Verna (La Pampa), Sonia Escudero, Agustín Pérez Alsina (Salta), Roberto Basualdo (San Juan), Liliana Negre de Alonso (San Luis), Horacio Lores (Neuquén), Hilda González de Duhalde (Buenos Aires).

Abstenciones:

María Bongiorno (Río Negro), Fabián Biancalani (Chaco), Graciela Di Perna (Chubut).

Ausentes:

- FpV: Ada Iturrez de Cappellini (Santiago del Estero), Marina Riofrío (San Juan), Elida Vigo (Misiones), Sergio Mansilla (Tucumán).

- Opositores: Carlos Reutemann (Santa Fe), Juan Carlos Romero (Salta), Adolfo Rodríguez Saá (San Luis), Emilio Rached (Santiago), Carlos Menem (La Rioja).

jueves, 15 de julio de 2010

Carta a los senadores de Salta

Por Pedro Almodóvar *

Queridos amigos: El matrimonio homosexual no le hace mal a nadie, no le roba nada a nadie, sin embargo hace feliz a mucha gente y les proporciona la posibilidad de vivir de un modo honesto, pleno y coherente junto a la persona que aman. Es un derecho esencial en toda sociedad civilizada, de lo contrario se está marginando a muchas personas en virtud de su sexualidad.

Hablar de igualdad en este sentido no es un capricho de degenerados, la Declaración Universal de los Derechos Humanos afirma que todos somos iguales, con independencia de nuestro sexo, religión, condición social, idioma, raza, etc.

No hay que permitir que ideas sectarias, retrógradas, inmovilistas, sexistas e injustas impidan a una sociedad libre progresar.

Es mentira y ridículo clamar que el matrimonio homosexual supone un peligro para la familia. Al contrario, las familias homosexuales aseguran el futuro de la idea de familia y la enriquecen. No se puede imponer la familia biológica como único modelo familiar, o se está yendo contra la realidad. Si algo caracteriza a la familia contemporánea es su enorme variedad. He conocido familias con solo una madre, un solo padre, dos madres, dos padres, familias multiétnicas, familias en las que ningún progenitor es biológico. Familias cuyos miembros pertenecen a distintas lenguas y culturas, familias que en millones de casos no son católicas. Se quiera o no, esas familias existen y adoran a sus hijos, y los cuidan y los educan, tanto como cualquier familia biológica, porque están basadas en el amor y en la solidaridad humanas.

No estoy en condición de pedir nada a los señores del Senado argentino. Para aprobar la ley que permita los matrimonios homosexuales no apelo ni siquiera a su sentido de la justicia, sólo les pido que hagan caso de su sentido común. Es lo único que necesitan para votar afirmativamente.

* Cineasta español.

martes, 13 de julio de 2010

Cristina desde China opinó sobre el matrimonio igualitario

La presidenta CFK aprovechó una pregunta que le hicieron sobre el matrimonio igualitario para fijar su opinión sobre el tema. Aquí reproducimos algunos fragmentos.

Primero hizo una comparación histórica; La Presidenta comparó incluso lo que sucede ahora con los gays con lo que pasaba con los esclavos en la Antigüedad, con los negros en Estados Unidos o con los judíos en la Alemania nazi.

Sobre los dichos de Bergoglio: “¡Escuché hablar de la guerra de Dios! Parece el tiempo de las Cruzadas, me imagino a Rolando yendo a conquistar el Santo Sepulcro. Esto no es bueno porque nos plantea como sociedad un lugar en el que nadie quiere estar”,

Sobre el despacho que votó el senado: “viola la Constitución” porque ignoró la media sanción que había dado la Cámara de Diputados. “Lo que tiene que hacer el Senado es revisar lo que vino en la forma que quiera y que luego vuelva a la cámara de origen”, avisó. Dijo que no había podido con su alma de legisladora y había leído el despacho “inconstitucional” y que “nunca había visto una cosa igual”. “Se plantea la objeción de conciencia, que un funcionario te puede dejar de atender un trámite por esta cuestión. O sea, te dejarían de atender porque sos gay o lesbiana. No quiero vivir en una sociedad en la que un funcionario decide si me atiende o no por mi elección sexual”,

Sobre el matrimonio igualitario: “Es justo reconocerles ese derecho a las minorías y una distorsión terrible de la democracia sería que las mayorías, en ejercicio de esas mayorías, les negaran derecho a las minorías”, acotó. Por eso criticó la idea que surgió en algún momento sobre exigir la convocatoria a un plebiscito para resolver la cuestión.

El poder natural

Por Washington Uranga

Las disputas planteadas en torno de la posibilidad de aprobación legislativa del casamiento para personas del mismo sexo pone al descubierto luchas de poder, resistencias y posiciones que estuvieron veladas en otras discusiones. Podría decirse que en este tema también aparece una realidad de la Argentina actual, permanentemente atravesada por las opciones a todo o nada, con un ribete maniqueísta que en la mayor parte de las ocasiones impide pensar.

Es sumamente paradójica la posición de la mayoría de los obispos católicos, acostumbrados a pronunciar homilías a favor del diálogo, la búsqueda de consensos y la tolerancia. En este caso ninguna de esas palabras alcanzó verdadero significado en las acciones que protagonizan y las que están impulsando, mucho más cercanas a la “guerra”, así sea de Dios, y a las cruzadas contra el mal, entendiendo por este último todo aquello que se oponga a sus certezas.

Es entendible que los obispos argumenten a favor de sus propias convicciones. No es aceptable que pretendan imponer al conjunto de la sociedad normas y criterios que ni siquiera pueden hacer cumplir dentro la propia institución eclesiástica. Salvo, claro está, que estén defendiendo en realidad una cuota de poder –real y simbólico– que ellos creen tener y que todavía les reconocen algunos sectores y actores de la sociedad argentina.

Los argumentos que pueden ser aceptables dentro del marco institucional católico carecen de validez para la sociedad actual. Fueron válidos en otro momento histórico, porque entonces la doctrina y los principios católicos estaban engarzados en mecanismos político culturales que los constituían en verdaderos y aceptables para la sociedad de ese tiempo. Lo “católico” era asumido como consenso social, incluso para los que no profesaban el catolicismo. Ya no sucede. No hay motivo para imponer al conjunto ciudadano valores que no le son propios.

Los obispos creen que si la sociedad se ordena sobre la base de criterios “católicos” ellos conservan poder. Y entre quienes se alinean detrás de las sotanas están los que ven todavía en la jerarquía eclesiástica una fuente de resistencia conservadora que expresa con más poder simbólico sus propias miradas, o bien quienes oportunistamente se suman a todas las campañas que se opongan a los cambios. Si es contra el oficialismo, mejor.

Como bien lo cuestionaba días pasados un lúcido documento de un grupo de curas católicos de varias diócesis que se distinguieron de las opiniones de sus jerarcas, es poco defendible el argumento de lo “natural” para oponerse al casamiento de las personas del mismo sexo. Lo “natural”, precisemos, no tiene que ver precisamente con la naturaleza, sino con la cultura y con el poder. Así hoy puede ser “natural” lo que ayer no lo era y a la inversa. Porque en realidad ese tipo de “naturaleza” que se pretende esgrimir está otra vez íntimamente vinculada con valores culturales, con el poder que en determinado momento tienen quienes lo impulsan y con el ámbito de aplicación. De esta manera puede considerarse “natural” el celibato obligatorio para los ministros dentro de la Iglesia Católica porque existen allí cuadros de valores y dispositivos de poder que así lo justifican. En el mismo sentido podría decirse que es “natural” en ese marco institucional que, a pesar de que se sostiene la igualdad entre el varón y la mujer dentro de la Iglesia Católica, sólo los varones pueden acceder al ministerio consagrado. En otro tiempo se afirmaba que la esclavitud era “natural”. Ya no lo es gracias a Dios y a los hombres que lucharon para abolirla.

A sabiendas algunos obispos están embarcados en esta cruzada porque aspiran a reunir detrás de sí a las miradas más conservadoras de la sociedad. No sólo de los católicos. También las de otros credos, como ha quedado en evidencia. No se trata de una cuestión de fe, sino de una mirada sobre el mundo, sobre la manera de entender la sociedad. Los cristianos evangélicos están hoy atravesados por el mismo debate. Los fundamentalismos afloran en todos lados, se unen, se acompañan y se solidarizan entre sí. El cambio aparece como el enemigo común contra el que hay que luchar.

Entre los costos que los obispos embarcados en esta campaña seguramente deberán pagar está el aumento de su pérdida de credibilidad social. La misma que abonaron con las complicidades, los silencios o la falta de compromiso ante tantas violaciones a los derechos humanos, con las actitudes timoratas o directamente cómplices frente a los delitos de Grassi o de Von Wernich y la multiplicación de los casos de pedofilia dentro de sus filas.

Es cierto también que todo esto sirve además para alentar el anticlericalismo ciego de otros. Una actitud, que aunque se ubique en las antípodas ideológicas, es tan sectaria e incapaz de admitir la diversidad como la que esgrimen los obispos a los que critican.

Vale preguntarse por las enseñanzas. Por lo menos se pueden señalar algunas. La primera: ya no es posible hablar de “la” Iglesia. Como ha quedado demostrado a través de muchas manifestaciones de católicos que no suscriben la opinión de sus obispos, la Iglesia Católica en la Argentina está lejos de ser un todo homogéneo. Y, al mismo tiempo, se puede decir que la fe católica no se corresponde, de manera automática, con la institucionalidad católica. Hay católicos y católicas que insisten en serlo más allá de su propia jerarquía.

Y por encima de todo, lo que queda de manifiesto es que como sociedad democrática todavía nos falta mucho para caminar hasta alcanzar un grado de madurez que nos permita admitir la diversidad, discutir en la diferencia y, como resultado de ello, crecer todos y todas, encontrando alternativas superadoras. Nuestros mal titulados diálogos siguen siendo simulacros porque carecen de verdadera vocación para dejarse enriquecer por las miradas diferentes.

El reino mágico

Por Eduardo Galeano

Pacho Maturana, colombiano, hombre de vasta experiencia en estas lides, dice que el fútbol es un reino mágico, donde todo puede ocurrir.

El Mundial reciente ha confirmado sus palabras: fue un Mundial insólito.

* Insólitos fueron los diez estadios donde se jugó, hermosos, inmensos, que costaron un dineral. No se sabe cómo hará Sudáfrica para mantener en actividad esos gigantes de cemento, multimillonario derroche fácil de explicar pero difícil de justificar en uno de los países más injustos del mundo.

* Insólita fue la pelota de Adidas, enjabonada, medio loca, que huía de las manos y desobedecía a los pies. La tal Jabulani fue impuesta aunque a los jugadores no les gustaba ni un poquito. Desde su castillo de Zurich, los amos del fútbol imponen, no proponen. Tienen costumbre.

* Insólito fue que por fin la todopoderosa burocracia de la FIFA reconociera, al menos, al cabo de tantos años, que habría que estudiar la manera de ayudar a los árbitros en las jugadas decisivas. No es mucho, pero algo es algo. Ya era hora. Hasta estos sordos de voluntaria sordera tuvieron que escuchar los clamores desatados por los errores de algunos árbitros, que en el último partido llegaron a ser horrores. ¿Por qué tenemos que ver en las pantallas de televisión lo que los árbitros no vieron y quizá no pudieron ver? Clamores de sentido común: casi todos los deportes, el básquetbol, el tenis, el béisbol y hasta la esgrima y las carreras de autos, utilizan normalmente la tecnología moderna para salir de dudas. El fútbol, no. Los árbitros están autorizados a consultar una antigua invención llamada reloj, para medir la duración de los partidos y el tiempo a descontar, pero de ahí está prohibido pasar. Y la justificación oficial resultaría cómica, si no fuera simplemente sospechosa: El error forma parte del juego, dicen, y nos dejan boquiabiertos descubriendo que errare humanum est.

* Insólito fue que el primer Mundial africano en toda la historia del fútbol quedara sin países africanos, incluyendo al anfitrión, en las primeras etapas. Sólo Ghana sobrevivió, hasta que su selección fue derrotada por Uruguay en el partido más emocionante de todo el torneo.

* Insólito fue que la mayoría de las selecciones africanas mantuvieran viva su agilidad, pero perdieran desparpajo y fantasía. Mucho corrieron, pero poco bailaron. Hay quienes creen que los directores técnicos de las selecciones, casi todos europeos, contribuyeron a este enfriamiento. Si así fuera, flaco favor han hecho a un fútbol que tanta alegría prometía. Africa sacrificó sus virtudes en nombre de la eficacia, y la eficacia brilló por su ausencia.

* Insólito fue que algunos jugadores africanos pudieran lucirse, ellos sí, pero en las selecciones europeas. Cuando Ghana jugó contra Alemania, se enfrentaron dos hermanos negros, los hermanos Boateng: uno llevaba la camiseta de Ghana, y el otro la camiseta de Alemania.

De los jugadores de la selección de Ghana, ninguno jugaba en el campeonato local de Ghana.

De los jugadores de la selección de Alemania, todos jugaban en el campeonato local de Alemania.

Como América latina, Africa exporta mano de obra y pie de obra.

* Insólita fue la mejor atajada del torneo. No fue obra de un golero, sino de un goleador. El atacante uruguayo Luis Suárez detuvo con las dos manos, en la línea del gol, una pelota que hubiera dejado a su país fuera de la Copa. Y gracias a ese acto de patriótica locura, él fue expulsado pero Uruguay no.*

Insólito fue el viaje de Uruguay, desde los abajos hasta los arribas. Nuestro país, que había entrado al Mundial en el último lugar, a duras penas, tras una difícil clasificación, jugó dignamente, sin rendirse nunca, y llegó a ser uno de los mejores. Algunos cardiólogos nos advirtieron, desde la prensa, que el exceso de felicidad puede ser peligroso para la salud. Numerosos uruguayos, que parecíamos condenados a morir de aburrimiento, celebramos ese riesgo, y las calles del país fueron una fiesta. Al fin y al cabo, el derecho a festejar los méritos propios es siempre preferible al placer que algunos sienten por la desgracia ajena.

Terminamos ocupando el cuarto puesto, que no está tan mal para el único país que pudo evitar que este Mundial terminara siendo nada más que una Eurocopa. Y no fue casual que Diego Forlán fuera elegido mejor jugador del torneo.

* Insólito fue que el campeón y el vicecampeón del Mundial anterior volvieron a casa sin abrir las maletas.

En el año 2006, Italia y Francia se habían encontrado en el partido final. Ahora se encontraron en la puerta de salida del aeropuerto. En Italia, se multiplicaron las voces críticas de un fútbol jugado para impedir que el rival juegue. En Francia, el desastre provocó una crisis política y encendió las furias racistas, porque habían sido negros casi todos los jugadores que cantaron “La Marsellesa” en Sudáfrica.

Otros favoritos, como Inglaterra, tampoco duraron mucho. Brasil y Argentina sufrieron crueles baños de humildad. Medio siglo antes, la selección argentina había recibido una lluvia de monedas cuando regresó de un Mundial desastroso, pero esta vez fue bienvenida por una abrazadora multitud que cree en cosas más importantes que el éxito o el fracaso.

* Insólito fue que faltaran a la cita las superestrellas más anunciadas y más esperadas. Lionel Messi quiso estar, hizo lo que pudo, y algo se vio. Y dicen que Cristiano Ronaldo estuvo, pero nadie lo vio: quizás estaba demasiado ocupado en verse.

* Insólito fue que una nueva estrella, inesperada, surgiera de la profundidad de los mares y se elevara a lo más alto del firmamento futbolero. Es un pulpo que vive en un acuario de Alemania, desde donde formula sus profecías. Se llama Paul, pero bien podría llamarse Pulpodamus.

Antes de cada partido del Mundial, le daban a elegir entre los mejillones que llevaban las banderas de los dos rivales. El comía los mejillones del vencedor, y no se equivocaba.

El oráculo octópodo influyó decisivamente sobre las apuestas, fue escuchado en el mundo entero con religiosa reverencia, fue odiado y amado y hasta calumniado por algunos resentidos, como yo, que llegamos a sospechar, sin pruebas, que el pulpo era un corrupto.

* Insólito fue que al fin del torneo se hiciera justicia, lo que no es frecuente en el fútbol ni en la vida.

España conquistó, por primera vez, el campeonato mundial de fútbol.

Casi un siglo esperando.

El pulpo lo había anunciado, y España desmintió mis sospechas: ganó en buena ley, fue el mejor equipo del torneo, por obra y gracia de su fútbol solidario, uno para todos, todos para uno, y también por las asombrosas habilidades de ese pequeño mago llamado Andrés Iniesta.

El prueba que a veces, en el reino mágico del fútbol, la justicia existe.

* * *
Cuando el Mundial comenzó, en la puerta de mi casa colgué un cartel que decía Cerrado por fútbol.

Cuando lo descolgué, un mes después, yo ya había jugado sesenta y cuatro partidos, cerveza en mano, sin moverme de mi sillón preferido.

Esa proeza me dejó frito, los músculos dolidos, la garganta rota; pero ya estoy sintiendo nostalgia.

Ya empiezo a extrañar la insoportable letanía de las vuvuzelas, la emoción de los goles no aptos para cardíacos, la belleza de las mejores jugadas repetidas en cámara lenta. Y también la fiesta y el luto, porque a veces el fútbol es una alegría que duele, y la música que celebra alguna victoria de ésas que hacen bailar a los muertos, suena muy cerca del clamoroso silencio del estadio vacío, donde ha caído la noche y algún vencido sigue sentado, solo, incapaz de moverse, en medio de las inmensas gradas sin nadie.

jueves, 8 de julio de 2010

Las Cristinas

La titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, es la impulsora de una agrupación de mujeres identificadas con el proyecto de la Presidenta y que recorrerán el país para “discutir y analizar” las necesidades nacionales y regionales, en busca de propuestas y soluciones.

“Las Cristinas”, así se llama el grupo, nació también por iniciativa de la cantante Teresa Parodi, la antropóloga Inés Vázquez, la funcionaria del PAMI Araceli Mastellone y de Patricia Alonso, premiada como “mujer solidaria” en 2008. “No somos orgánicas a ningún partido; cada una viene en representación personal. Queremos apoyar el proyecto de nuestra presidenta Cristina y trabajar fuertemente para lo que todavía falta construir”, dijo Parodi.

La presentación formal de la agrupación será el lunes 26, a las 17, en el Espacio Cultural Nuestros Hijos (en la ex ESMA).

martes, 6 de julio de 2010

Maradona y nosotros

Por Ricardo Forster *

Pasó, para los argentinos, el Mundial, se acabó, por ahora, la ilusión de la redención maradoniana. Duró, el sueño, hasta el fatídico sábado gracias a algunas pinceladas dejadas al correr de los partidos y por la electricidad que recorrió la pasión futbolera de un país que ha sabido de triunfos colosales, de goles inolvidables y de frustraciones memorables que dejaron sus marcas bien adentro de la memoria y de la sensibilidad. Los sueños compartidos, siempre, se entrelazan con las huellas de lo vivido, son la manifestación de una extraña alquimia de ilusiones y de realidades. Su potencia tiene que ver con esos orígenes y con esos trazos dejados en la memoria colectiva por otras circunstancias. Por eso también su desvanecimiento produce un efecto devastador, nos deja con el alma en los pies y con la frustración a cuestas sabiendo que la revancha es un consuelo que queda demasiado lejos. Pero que, de eso también algo sabemos, suele regresar cuando menos la esperamos y nos devuelve la alegría perdida en medio de la derrota actual. Nuestro fútbol, como nuestra historia, está atravesado por esos momentos en los que la felicidad y el dolor han dejado marcas imborrables.

Una pasión que conmueve la vida cotidiana, que altera los ánimos y le da forma, muchas veces, al carácter nacional no puede ser la expresión de lo rutinario ni asumir la forma burocrática de quienes no sienten hasta el fondo de sus almas la significación de un deporte que es más que un juego, mucho más que un entretenimiento o que la retórica del fair play; que pone en evidencia lo visceral y lo emotivo, lo racional y lo imaginativo y que se entrelaza con recuerdos y biografías de cada uno de nosotros. Porque, pese a algunos periodistas que se ofrecen como sesudos analistas de la derrota, que siempre es ajena, a muchos de nosotros el 4 a 0 contra Alemania nos atraviesa el cuerpo y los sentimientos, nos hace retrotraernos a lo más recóndito de nuestra memoria futbolística y nos pone delante de una historia maravillosa allí, incluso, donde la frustración, la cachetada destemplada, el golpe de nocaut, la humillación de resultados calamitosos, se conjuga con gambetas inigualables, tacos para la historia y triunfos espléndidos de esos que muy pocos en el mundo pueden ofrecer como propios. Las derrotas también dejan sus marcas y asumen la forma del mito, están allí para recordarnos lo que solemos olvidar de nosotros mismos. Son parte de lo que somos y de lo que podremos ser si no las olvidamos ni dejamos de aprender de sus enseñanzas. Los ojos abiertos por el dolor suelen mirar más intensamente que los que nunca lo conocieron. Y también por eso las victorias, como las alegrías, se disfrutan mucho más. El técnico, único e irreemplazable, de nuestra Selección sabe algo de todo esto. Lo sabe porque lo vivió en carne propia. Y todo eso lleva el nombre de Maradona. El, como ninguno, representa las alturas más gloriosas de nuestro fútbol-poesía, ha sido el nombre de lo más entrañable que habita la saga de nuestro fútbol porque no sólo él fue el creador de un gol eterno, el pibe de los cebollitas que como un mago salido de un circo universal maravillaba con el jueguito interminable que le permitía hacer cualquier cosa con su máximo objeto de devoción que fue y es una pelota de fútbol. Maradona es Villa Fiorito, los picados del pobrerío, la palabra rea, esa que nos ha dejado sentencias únicas, aquel que la rompió en la vieja cancha de La Paternal, que se convirtió, para todo el pueblo napolitano, en un semidios, aquel que redimió a los pobres del sur italiano contra los siempre triunfadores habitantes del norte; fue el de las lágrimas de bronca en la final del ’90, el de los tobillos reventados dando su último esfuerzo, el amado por los humildes y el odiado por los dueños del negocio. También fue el de la caída, el de una vida privada saqueada por la brutalidad amarillista de los medios de comunicación, el de una adicción que le robaba su palabra y le ofrecía el rostro espantoso de la desolación. Fue eso y mucho más. El triunfo deparado a los olímpicos, a los elegidos de los dioses y el que pagó el precio terrible de ser quien fue y quien es. Maradona lleva a cuestas el peso de ser Maradona y, eso creo, lo hace con una dignidad que muy pocos tienen; lo hace con la integridad de los que han conocido el cielo y el infierno, las máximas alturas del éxito y de los elogios rutilantes y su contracara, la caída en abismo, la soledad, la venganza de los mediocres que nunca han dejado de maltratar a Maradona en sus momentos de inquietante debilidad o en circunstancias signadas por la derrota, la futbolera y, peor todavía, la de la vida. Maradona ha sido el del milagro que le permitió reconstruirse, ese mismo que desmintió a los agoreros que se solazaban con su derrumbe. En él, en su travesía extrema y extraordinaria por una cancha de fútbol y por el laberinto de la vida, metabolizó lo impensado de quien ha sabido revertir sus propias ausencias. Hay algo de todos nosotros en el zigzagueo maradoniano, algo de ese juego con los extremos que ha venido marcando la vida argentina desde siempre. Una gramática del exceso, un fervor por el que se paga un altísimo precio cuando llega la hora de la derrota, pero que nos ha permitido disfrutar con una intensidad única cuando llegaron los días del júbilo. Arrepentirse de esa trama profunda que nos constituye me resulta algo vacuo, insustancial e indeseable. Somos, qué duda cabe, la ilusión y la frustración, el empeño por hacernos cargo de lo mejor de una historia pigmentada por sueños a veces inalcanzables y la imperiosa necesidad de hacernos cargo de nuestras imposibilidades.

Algo de lo extremo, de eso que siempre acompañó a Diego, parece dar cuenta de nuestras vicisitudes, como si no nos convinieran el equilibrio ni el consenso. Todo o nada. El itinerario de Maradona se entrelaza con el del país, juega en espejo y nos muestra imágenes de nosotros mismos. Sus éxitos y sus derrotas no parecen ser muy distintas a las que nos acompañaron a lo largo de la historia. Supimos de momentos espléndidos, de mundos populares alcanzando cotas de equidad, que dejaron sus huellas en lo más profundo de la memoria colectiva (y el Maradona de los suburbios populares, el amasado en los potreros del pobrerío, el del lenguaje reo, el que siempre estuvo más cerca de Garrincha que de Pelé representa una parte no menor de esa memoria de un pasado mejor); supimos, también, de descensos al infierno, de horrores dictatoriales y de masivas destrucciones de nuestros sueños en distintas circunstancias de nuestra travesía como nación. Conocimos la esperanza y supimos del desencanto, tocamos los resortes más íntimos de la ilusión y nos descubrimos en medio de la pesadilla. Como país tuvimos, y tenemos, algo maradoniano, imposible, loco, entrañable, inesperado que no sabe de puertos intermedios, de maquinarias que siempre funcionan de la misma manera. Conocimos la improvisación genial y el desastre de la improvisación. Jugamos en equipo y nos embelesamos ante la aparición del genio que, él solo, resolvía partidos. Tal vez nuestro problema radique en no lograr que se crucen más y mejor ambos caminos. Tal vez ése fue el error de Maradona en este Mundial: imaginar que Messi era como él, que los mitos se repiten y que las epopeyas están a la vuelta de la esquina. A Messi, como a la historia argentina, le pesa la sombra del mito, el recuerdo de lo maravilloso perdido que, sin embargo, sigue insistiendo. Todos, sabiéndonos portadores de una vana ilusión, soñábamos el sábado en medio de lo que parecía un desastre, con la jugada maradoniana hecha por Messi, con esa gambeta increíble reproducida 24 años después. Claro, descubrimos que los acontecimientos inolvidables son únicos y no se repiten o, al menos, no cuando los esperamos.

Messi no es Maradona, no puede serlo. Su vida, el itinerario que lo llevó, siendo un chico, desde su Rosario natal hacia Barcelona no tiene nada que ver con los pasos seguidos por Diego. En Maradona hay todavía un resto de otro país, la saga mutilada de viejas historias populares, el camino desde la pobreza hacia la cumbre, la fidelidad a los orígenes que siempre se denuncia en sus momentos de arrebato, allí donde suele cincelar frases filosas y memorables como aquella que para siempre nos recordó “que la pelota no se mancha”. Messi, que es un buen chico, humilde pese a ser quien es, tiene más que ver con el futbol espectáculo, con Europa, con las canchas armónicas y prolijas, de esas que parecen mesas de billar y que nada tienen que ver con las nuestras (muchas veces impresentables y salpicadas por la violencia y lo delincuencial, pero también portadoras de la memoria del potrero). Y sin embargo Messi, de un modo notable, guarda en sus genes aquello mismo que hizo posible un Maradona. Quizás, como en una antigua tragedia griega, su hora sólo podrá llegar cuando la sombra del otro dios le deje ocupar su propio lugar bajo el sol. ¿Será dentro de cuatro años?

* Doctor en Filosofía, profesor de la UBA.

lunes, 5 de julio de 2010

Los tiempos de la ley de medios

EL DEBATE POLÍTICO DE FONDO POR LA APLICACIÓN DE LA NUEVA NORMA

Por Edgardo Mocca

La disputa por la aplicación de la nueva ley de medios es y será de carácter político. Después del fallo de la Corte Suprema, que fulminó la insólita medida cautelar solicitada por una diputada y aprobada en un juzgado de Mendoza, quedarán las demandas puestas en marcha por las empresas concretamente afectadas con relación a artículos puntuales de la norma. Puede esperarse que, como han venido haciendo hasta ahora, los multimedios -cuyas propiedades exceden largamente los límites establecidos por la ley- seguirán intentando “ganar tiempo”.

Ahora bien, el tiempo que podrían ganar no puede estimarse en términos exclusivamente económicos. Son, ante todo, tiempos políticos. Conciernen a la posibilidad de producir un vuelco definitivo en la correlación de fuerzas en contra del Gobierno, que permita la reversión de la medida y, más aún, de toda la orientación política estatal. Hasta hace relativamente poco tiempo, parecía que esos tiempos serían inexorablemente cortos. Se insinuaba que ni siquiera habría que esperar a la elección presidencial de 2011: la nueva composición del Congreso sería la punta de lanza para un paulatino estrechamiento de los márgenes de la gobernabilidad y la única forma de llegar a 2011 sería la de las concesiones ilimitadas y el abandono total del rumbo emprendido en 2003.

Esas presunciones no se cumplieron. En la superficie, la causa parece ser que el conglomerado opositor no tiene la solidez necesaria para imponer sus mayorías en el Congreso. Abstenciones y votos inesperados permitieron al oficialismo avanzar con temas conflictivos como la utilización de las reservas para el pago de la deuda y la designación de Mercedes Marcó del Pont al frente del Banco Central. En el Senado, particularmente, existe un grado de imprevisibilidad que baja los ritmos en los que se desarrolla la ofensiva opositora.

Pero, desde una mirada un poco más profunda se puede apreciar que detrás de las peripecias opositoras en el Congreso hay un clima de opinión en proceso de cambio. Y ese cambio de clima tiene un vértice: la erosión de la credibilidad de los grandes medios de comunicación y la aparición de nuevas voces y nuevas interpretaciones en el centro de la escena. Es grande, en ese sentido, la influencia de la estrategia adoptada por el grupo Clarín. Embarcado en la confrontación total con el Gobierno, el multimedios más grande del país ha decidido sacrificar la línea editorial pragmática y negociadora que sostuvo como respaldo del desarrollo empresario logrado en las tres últimas décadas. Es imposible encontrar en sus comentarios una frase que signifique elogio o valoración de la gestión del Gobierno. Hasta las noticias que dan cuenta de logros gubernamentales están expuestas en un tono que los relativiza o, lisa y llanamente, los descalifica. Es un lenguaje periodístico que lo reduce todo a expresar a los enemigos del Gobierno, definitivamente asumidos como tales, y genera lógica desconfianza entre quienes no tienen un juicio tan categórico.

En los últimos tiempos, el Gobierno ha decidido librar la batalla comunicativa con armas más eficaces. El programa televisivo 678 es el eje de ese dispositivo y lo comprueba el hecho de que los grandes medios privados se han visto obligados a aceptarlo como interlocutor, aunque más no sea para descalificarlo. Suena un poco patética la acusación de parcial y tendencioso lanzada a ese ciclo por personajes que, hace tiempo, abandonaron todo atisbo de objetividad periodística. Es discutible que 678 forme parte en horario central de la programación del canal público de televisión, pero no tienen todos los papeles en regla para impugnarlo aquellos que explotan una situación dominante de carácter oligopólico para manipular a la opinión pública sin muchos pruritos éticos (como, por ejemplo, el respeto por la verdad). Lo que desquicia el mapa mediático argentino no es un programa de la TV pública que apoya al Gobierno, sino la desmesurada concentración de recursos en manos de un muy reducido grupo de propietarios.

En esta lucha por “ganar tiempo” que ahora atravesará la ley de medios, es muy importante el tipo de argumentos que se emplee, así como las acciones políticas que los sustenten. Los grandes multimedios procuran ganar para sí el lugar de los derechos, desde una perspectiva democrático-liberal.
La ley apuntaría, según ellos, a uniformar la opinión en un sentido favorable al actual Gobierno, lo que la convertiría en un instrumento autoritario. Aparece entonces la tentación de una respuesta que eluda el terreno de la comprensión liberal de los derechos y lo reemplace por el planteo de cuestiones sustantivas. Es decir, la denuncia de cuáles son los intereses reales de los grupos, cuáles han sido sus comportamientos políticos a lo largo de los años y cuáles sus objetivos actuales.

El problema de esa argumentación es que lo que se discute no es la probidad de esos empresarios ni la justicia de sus objetivos sociales, sino algo aparentemente formal que termina siendo fundamental. Se discuten las condiciones de competencia por el espacio comunicativo; no se impugna el derecho a la propiedad, a la actividad empresaria ni a la adopción de tal o cual línea editorial, sino la posición dominante de mercado que permite un lugar de emisión formativa de opinión con fuertes tendencias a la uniformización y, al mismo tiempo, obtura la aparición y desarrollo de nuevas voces y nuevos sentidos. Es decir, la ley es profundamente democrática no porque impugne contenidos reaccionarios o trayectorias dudosamente republicanas; lo es porque expande el pluralismo y deshace concentraciones monopólicas.

La ley forma parte de un capítulo central de la discusión sobre la democracia. Un capítulo que tiene alcance mundial. Si la democracia es el poder de las mayorías y el resguardo de la libertad de todos, su calidad es inseparable de la manera en que se forma la opinión de las mayorías y de la manera en que se ejerce la libertad de expresión.

Usando el lenguaje de Isaiah Berlin se podría decir que la discusión concierne a la libertad negativa (“libertad respecto de”), que significa la inexistencia de opresiones externas, ante todo la del Estado, a la voluntad de los individuos, y a la libertad positiva (“libertad para”), que tiene que ver con las condiciones que tienen las personas para desarrollar sus proyectos, para ser, en palabras de Berlin, “sus propios dueños”.

Para asegurar la práctica del derecho a la libertad de expresión, los Estados no pueden simplemente ponerla a salvo de interferencias externas opresivas; están obligados a crear condiciones para que esa libertad se concrete. No es menor el impulso que da la ley aprobada al nacimiento y desarrollo de medios de comunicación en manos de organizaciones sociales. Bien reglamentado y aplicado, ese capítulo puede ser de capital importancia para la profundización de la democracia y la puesta en crisis de las tendencias a la uniformidad ideológica y estética que constituyen amenazas reales a nuestras democracias.
Será decisivo que se pueda situar el debate en términos de fortalecimiento democrático, más allá de los cálculos electorales y de la suerte de un gobierno. Si eso se logra no les servirá de mucho a quienes defienden intereses monopólicos “ganar tiempo”.

LEY DE MEDIOS

Artículo publicado en la revista Debate el viernes 2-7-2010. Entrevista a Gabriel Mariotto, titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Qué cambia

- La ley 26.522 reemplaza al viejo decreto-ley de Radiodifusión, sancionado en 1980, durante la última dictadura cívico-militar.
- La Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, organismo descentralizado y autárquico, reemplaza al Comité Federal de Radiodifusión (Comfer).
- Según la vieja ley, el Comfer debía estar a cargo de un representante de cada fuerza militar, otro de la SIDE y de las empresas privadas. De ahí que estuviese siempre intervenido. La Autoridad Federal quedará conformada por representantes del Ejecutivo y de la oposición.
- Habrá un mínimo requerido de producción nacional en los contenidos, tanto musicales como cinematográficos. Y, para los medios regionales, habrá una cuota de producción local para federalizar la información.
- Se reserva un tercio del espectro para organizaciones no gubernamentales y otro tercio para el sistema de medios públicos.
- Las licencias se entregan por diez años y se pueden renovar por otros diez. Concluido ese plazo, los licenciatarios deben volver a concursar.
- Se incorpora la figura del Defensor del Público. Podrá actuar de oficio o ante denuncias. Está concebido como una especie de fiscal permanente del público, con derecho, por ejemplo, a convocar a audiencias públicas.
- Las empresas que distribuyen señales no pueden, a su vez, generar contenidos. Las empresas de cable, por ejemplo, no pueden tener canales de aire y sólo están autorizados a tener un canal de cable.
- Se limita la cantidad de licencias que puede tener una misma empresa. Por ejemplo, hasta diez radios o diez canales de televisión y hasta veinticuatro cables en todo el país. Además, no se pueden tener más de tres licencias en un mismo lugar físico.




Las críticas y los fantasmas

Uno de los fantasmas que han azuzado algunos opositores al proyecto es que, con la ley, lejos de diversificarse la palabra, se va a tender a la unificación de los discursos en otro sentido. ¿Qué les contesta?
Eso es un desprecio al contenido de la ley, que va en línea con los intereses mezquinos que le adjudicaron para no discutir nada. También dijeron que se iban a discutir licencias cada dos años o que iban a desaparecer señales. O que se iban a perder trabajos. Mentiras. Los argumentos que usaron los grupos monopólicos y sus voceros en la oposición fueron absolutamente mezquinos y de poco fundamento. De hecho, va a haber más trabajo y muchas más posibilidades para los jóvenes, y ninguna señal va a dejar de existir porque exista la ley.
TN, entonces, no va a desaparecer.
No, no va a desaparecer. Lo que sí va a suceder es que tendrá que competir con otras señales de otros empresarios e, incluso, de otra naturaleza jurídica, como las organizaciones sin fines de lucro.
¿De qué manera concreta una ONG puede acceder a una licencia? ¿Cuáles son las condiciones, los requisitos?
Se pueden presentar a concurso para ser licenciatarios del 33 por ciento del espectro que les está reservado. Así de simple. Esto, entre otras cosas, va a servir para saber quién está emitiendo. Será tal cooperativa, tal sindicato, tal organismo de derechos humanos, tal club de fútbol. Hoy no sabemos quién está emitiendo, ni desde dónde nos hablan. Muchas veces esas sociedades están licuadas en empresas que no están declaradas en la Autoridad de Aplicación porque la vieja ley permitía esa gambeta.
Otra cosa que también se dijo es que esta ley iba a desincentivar las inversiones privadas en la industria de medios.
Todavía no encontré a nadie que venga a devolver una licencia porque da pérdida. Ninguno de los licenciatarios, ni antes ni después de la ley, ha dicho que perdió plata y quería devolver su licencia para que se vuelva a llamar a concurso. Eso no es así, es absolutamente falso. Acá estamos frente a un cambio de paradigma tecnológico que permite pluralidad y diversidad, como la incorporación de la digitalización. La digitalización en manos del monopolio hubiese sido un problema para los ciudadanos. Tendría un fin lucrativo terrible, que lo hubiese hecho inaccesible para una buena parte de la población. Por suerte, este cambio se hace con un Estado que, a partir de una ley de la democracia, genera inclusión y equidad.



Telefónicas y convergencia

Más allá de lo que permitió en términos de conseguir un consenso más amplio, ¿cree que fue un error o una limitante el vedar el ingreso de las empresas telefónicas en el negocio audiovisual, teniendo en cuenta hacia dónde apuntan los cambios tecnológicos?
Las distintas descalificaciones que sufrió el tratamiento de la ley, producto de una estigmatización o una falsedad argumental, encontró en la incorporación de la convergencia tecnológica un continente para resistir y frenar el tratamiento de la ley. Pero la Presidenta, con mucha inteligencia, preservó lo esencial de la ley y dejó que estas cosas quedasen para más adelante. Creo que los empresarios de la comunicación no estaban en condiciones objetivas para asumir un debate tan profundo como éste.
¿Es una materia pendiente?
Sí, por supuesto. Éste es un debate que se debe reabrir en cualquier momento. La convergencia tecnológica es inevitable y la incorporación de nuevas tecnologías tiene que darse previa discusión en el Congreso, con un objetivo claro: que no haya posiciones dominantes, que no haya monopolio bajo ningún aspecto.
Entonces se dijo que detrás de todo estaba el control de Telecom.
La estigmatización para descalificar la discusión tenía varias puntas. Ésa fue una. Lo cierto es que, en algún momento, la sociedad va a tener que debatir cómo incorporar nuevas tecnologías, cómo llevar adelante esa convergencia tecnológica sin que ninguna empresa, cualquiera fuere, se quede con una posición dominante.

VAMOS ARGENTINA!!!


VOCES IMPRUDENTES SIGUE BANCANDO A MARADONA Y A TODO EL EQUIPO!

viernes, 2 de julio de 2010

Más que 6, 7 u 8 programas de archivo


Por Carlos Ulanovsky *

Claro que sí: hay muchos más. Sólo de lunes a viernes son diez, más dos o tres de conversación que también los utilizan. A esto deben añadirse seis ciclos de los sábados y dos del domingo. Lo dicho: veinte, más que seis, siete u ocho. Todo en TV abierta. En el cable la oferta se acrecienta.

Desde que existen los ciclos basados en archivos, los programas ya no son de nadie. De un modo impune, sin pagar un centavo de canon (en esto somos únicos en el mundo, donde 30 segundos de imágenes pueden alcanzar una cotización fabulosa), los canales se valen de momentos rutilantes ajenos y con eso arman contenidos a los que denominan originales. Para poner en escena esta clase de TV se nutren de situaciones como el detrás de escena más bizarro posible, los errores y las desmemorias ajenas, las tentaciones de risa, principalmente la autorreferencia. Y de un editor competente en la técnica del “Grabo, luego existo”, experto en elecciones de exabruptos, esos que en la emisión original casi todos miramos sin ver y escuchamos sin oír.

Probablemente todo haya empezado con las antologías de furcios políticos del psicólogo Miguel Rodríguez Arias, que llegó muy lejos en sus descubrimientos, porque los que faltaban a la verdad no eran cuatro de copas, sino figuras de la política que habían llegado al poder por el voto de los ciudadanos. Luego vino Perdona Nuestros Pecados (o PNP), de la familia Portal, que puso la lupa sobre otra pléyade de incumplidores de palabras y generadores de escándalos. Hasta que se sumó Televisión Registrada (TVR), que ya cumplió más de diez años ofreciendo un servicio esencial: el de desnudar fracciones del alma nacional, ésa a la que le perturba sobremanera un desnudo en horario inadecuado, pero no le hace ni mu la hipocresía más flagrante. En cualquier caso, cada uno a su manera, probaron que son mayoría los personajes que no resisten un archivo.

Lo que vino después –crisis económicas mediante, más el natural oportunismo de los que están en el medio– fue una permanente reproducción de las fórmulas originales. Por ejemplo, desde 2001 hasta hoy se estrenaron no menos de veinte ciclos archiveros. Y de 2004 a la fecha, incurrieron en el ventajerismo intolerable de vampirizar al programa líder en audiencia de cada temporada. El producto más reciente, Demoliendo teles (El Trece), está casi íntegramente basado en los dimes y diretes de ShowMatch. Esa misma noche, la del sábado, compiten el programa de Gelblung por el 13, Zapping (Telefe) y el ya clásico TVR (9). Pero no se habla tanto de ellos últimamente como de 6, 7, 8, otro producto de Diego Gvirtz, el hombre que en el 2007 declaró: “Hacemos periodismo subjetivo. Que es lo que hacen todos, sólo que nosotros lo blanqueamos explícitamente. No perseguimos la verdad, sólo opinamos. Tenemos una posición editorial. Tanto Duro de Domar como TVR representan una forma de pensar”, dijo entonces el factotum de la productora Pensado Para Televisión (PPT).

Aquellas declaraciones de Gvirtz tienen una manifestación desafiante y audaz en la producción que pone en el aire desde el canal estatal. Sus contenidos –sesgados, nada tibios– dividieron aguas, al punto de que miembros de la oposición los trasladaron al recinto legislativo como objeto de discusión. Desde su aparición, el envío intervino activamente y con una posición muy clara en casi todos los temas políticos de actualidad, como los de la puja no saldada entre el gobierno nacional, la oposición y algunos grupos de medios, especialmente Clarín y Uno. Se vuelve docente y de características únicas cuando descubre (en secciones como “La patria zocalera” o “Distinta vara”) procedimientos de medios y periodistas.
A pesar de falencias –poca variedad de invitados, proclamar opiniones como verdades absolutas, reiteración de imágenes, algún blanconegrismo conceptual que alcanza más a ajenos que a propios–, el programa aporta matices informativos necesarios y diferentes en el marco de un panorama mediático mayoritariamente hostil al oficialismo. El fenómeno generado por 6, 7, 8 no solamente lo ha rodeado de teleespectadores que encuentran en él informaciones que no figuran en la mayoría de los medios. Se podría afirmar que la identificación con el ciclo tiene signos de nueva y sorprendente militancia política. Algo notorio en ciertos actos públicos, en los que la identificación con el programa ofició como masivo estandarte de movilización.


* Periodista y escritor. Su último libro es Tato, el actor cómico de la nación

En la TV, nadie se resiste a utilizar el archivo.

Por Emanuel Respighi

Si algo faltaba para comprobar que la noche del sábado es el momento que los canales de aire eligieron para atrincherarse sobre sus intereses comerciales, políticos, ideológicos y/o televisivos, el estreno el fin de semana pasado de Demoliendo teles (a las 20.45, por El Trece) terminó por corroborar que los programas de archivo en dicho día y horario lejos están de pecar de ingenuos. Esa franja, otrora dedicada al relax cinematográfico o a programas de charlas distendidas y modos familiares, se ha convertido hoy en una suerte de territorio fértil e inimputable para que las emisoras descarguen de la manera más explícita posible todo tipo de dardos contra sus competidores y enemigos, dos términos que TVR, Zapping y el flamante Demoliendo teles suelen confundir todo el tiempo. Con sus diferencias y similitudes, con mayor o menor grado de sutilezas y artillería pesada, los tres programas funcionan hoy como brazos mediáticos armados que, incluso, superan a los noticieros como máximos representantes de una línea editorial.

Seguir creyendo que los programas de archivo, como se denomina al género que más se desarrolló en la última década en la TV argentina, deben el profuso lugar que ocupan actualmente en la pantalla chica local a los bajos costos y a la facilidad de producción es, al menos, analizar el fenómeno parcialmente. Basta ver el uso que los canales le dan a este tipo de programas para verificar que muy lejos quedaron de la mirada naïf con la que el precursor Perdona Nuestros Pecados inauguró en estas tierras el género en 1994, en el viejo ATC. Si por aquel entonces los programas de archivo se limitaban a repetir bloopers, furcios y todo tipo de perlitas inocuas, quince años después el género mutó y, al igual de lo que ocurre cuando la niñez le deja paso a la adolescencia, perdió cualquier atisbo de inocencia. Ya sea porque determinada temática mide, porque el programa funciona como difusor de otro o porque sirve para debilitar a la competencia o contrarrestar lo que ella dice, los ciclos que miran a la TV forman parte de una nueva era televisiva, donde la competencia trasciende la pantalla y las planillas de rating.

A tono con el momento político-mediático que la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual impuso, los programas de archivo se encuentran tironeados por este contexto y por sus pantallas emisoras como nunca antes. El nuevo estadio que atraviesan los ciclos que se miran el ombligo, parece, no permite medias tintas. Si anteriormente el valor de un programa del género descansaba en el nivel de hallazgos televisivos que retransmitía, mostrando aquello que se escapaba a los ojos de los televidentes, ahora su sentido de ser pasa exclusivamente por ser difusores acríticos de determinados programas o ideas políticas. O, por el contrario, como propagadores críticos de ciclos, personajes, funcionarios o gestiones de gobierno, desenmascarando sus contradicciones una y otra vez, como herederos del iniciático Las patas de la mentira.

En este aspecto, 6, 7, 8 y su periodismo militante es el máximo representante de la evolución del género, en tanto producto televisivo que se convirtió en protagonista activo y vital de la política nacional. La honestidad intelectual que transmite desde su explícita posición política ante cada temática de interés social, en medio de un sistema mediático cooptado por privados que no quieren perder su posición en el mercado, abrió en la pantalla chica un debate que ninguno de los programas de archivo ni periodísticos –incluido el mismo 6, 7, 8– posibilitan puertas adentro. Una discusión intraprogramas, intracanales, intraintereses, que el recorte sesgado y cada vez más directo del formato expuso ante un público que parece valorar la novedad. Los televidentes, así, transformaron la experiencia de ver tele en casi una acción ciudadana. Una que no está exenta de recortes ni manipulaciones sobre una realidad que cambia drásticamente al son del zapping.

Para entender el funcionamiento de la autorreferencialidad televisiva como caja de resonancia en donde todo lo bueno sucede en la pantalla propia y/o todo lo malo ocurre en casa ajena, basta analizar el contenido de las emisiones del último fin de semana de Demoliendo teles, TVR y Zapping, los programas de archivo de El Trece, Canal 9 y Telefe, respectivamente. Una tríada que sirve como botón de muestra de un formato en el que se compite por cuestiones mucho más relevantes que el rating televisivo.

Fiebre catódicade sábado por la noche
El estreno de Demoliendo teles acentuó la veta pugilística de los ciclos de archivo. Camuflado detrás de los acting de Luis Rubio y Diego Reinhold como un programa humorístico, el ciclo de Farfán TV demuestra el uso que en esta etapa la industria televisiva le otorga al género. Según se vio en el envío de presentación, más que repasar la semana televisiva, Demoliendo... servirá de sucursal propagadora de ShowMatch, la nave insignia de El Trece. Más allá de las cuestiones de forma, referidas a la lógica del videoclip que el ciclo desarrolla, el último representante en ver la luz sólo le dio lugar en su poco más de hora de duración a poner informes difusores de cuanta cosa pasó en el surrealista ShowMatch. Con el título de “ShowMatch demoledor”, Demoliendo... destiló la idea de que lo más destacado de la TV argentina es el programa de Marcelo Tinelli, como si el ciclo no tuviera ya suficientes antenas retransmisoras con Este es el show, Intrusos, Animales sueltos y una larga lista de ciclos de distintos canales que se valen de material prestado.

Pero como la nueva etapa del género no se contenta con posicionar y promocionar programas del canal emisor y/o aliado, Demoliendo... también se vio cruzada por inocultables intereses políticos. En ese punto, realizar un informe del Mundial de Fútbol de Sudáfrica, con la Argentina compitiendo en instancias finales, basándose en lo mal que la pasó el seleccionado nacional en las Eliminatorias y las contradicciones maradonianas, además de viejo es (¿mal?) intencionado. Incluso, para Demoliendo..., Canal 7 sólo existió para mostrar dos errores de pronunciación de dos periodistas. La puja por los derechos del fútbol, que perdió el Grupo Clarín en favor de Fútbol para todos (programa que Diego Maradona apoyó con su presencia cuando se anunció), seguramente habrá sido un factor condicionante para el armado del segmento.

A un click de distancia, en Zapping prefieren hablar de Tinelli como aquel que hace cualquier cosa “para no perder público”, aprovechando buena parte de su emisión en demostrar esa hipótesis con cuanto recurso televisivo y tecnológico encuentren los editores de Eyeworks Cuatro Cabezas. En TVR, los cañones que siempre apuntaron a Tinelli parecen hoy estar destinados a la política mediática y al Mundial de Fútbol, que en el último envío se convirtió en temática casi exclusiva del programa. Para TVR y su ideología, Tinelli –otrora protagonista excluyente– pasó a convertirse en un “enemigo” demasiado chico en comparación con la Ley por el Matrimonio Gay, la puja por la Ley de Medios o el ADN a los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble. De hecho, en el envío del sábado pasado, por primera vez en mucho tiempo el ciclo no contó con ningún informe referido al programa que con sus retransmisiones condicionó la actualidad de la TV argentina definitivamente.

Género de impensada incidencia social, mediática y política, por la manera en que están producidos sus ciclos y su atractiva edición televisiva, el de “archivo” desplazó en la actualidad al noticiero como constructor de realidades. La tendencia televisiva hacia la espectacularización de la información, la exposición visible de los intereses en juego y la lógica mediática belicosa –tanto para la política como para la farándula– hicieron del “archivismo” el formato predilecto de los canales para motorizar/condicionar/digitar la opinión de los que están del otro lado de la pantalla, rehenes de un ecosistema mediático inédito. En materia de archivo televisivo, está visto, el que esté libre de intereses, que tire el primer tape a la basura.