martes, 28 de septiembre de 2010

Un LEON para dar pelea...

"En política los Kirchner es lo mejor que me pasó en la vida"

“Todavía no se ven grandes cambios pero con el tiempo se los va a ir notando. Sin dudas que en política, lo mejor que me pasó en la vida fueron los Kirchner”, disparó un León Gieco suelto y aprestado, en la conferencia de prensa que brindó esta tarde en un hotel céntrico de nuestra provincia en el marco de su visita para presentar su película Mundo Alas.



León, fiel a su estilo relajado y directo agregó “los argentinos somos tan arrogantes que siempre queremos los cambios “ya” y eso no existe”, dijo el músico mientras enfatizaba el hecho de que este gobierno es el primero en la historia de nuestra democracia en desarrollar y llevar a cabo políticas a largo plazo.
Además, también cargó contra la oposición, “Macri, Duhalde, Carrió, son lo peor que hay en este momento”, acentuó Gieco, al tiempo que remarcó el hecho de que la magia para solucionar los problemas no existe, “eso ya nos lo demostraron las políticas de Cavallo”.

En relación a las dos funciones de Mundo Alas propuestas para hoy a partir de las 17 y de las 21 en el cine Universidad, Gieco dijo: “es necesario que venga a presentar la película para que el público la vea porque Mundo Alas ya fue estrenada en Mendoza y contó con muy poca concurrencia. Ahora conmigo llenamos las dos funciones y esto es algo que debería extenderse a todas las producciones nacionales para que la gente vea más cine argentino: hacer que cada actor vaya provincia por provincia presentando su película”.

El espectáculo
Previo a la presentación del film, Gieco interpretará las canciones que dieron vida a Mundo Alas, como Familia rodante, Sólo le pido a Dios, El fantasma de Canterville y Cinco siglos igual, entre otras. Una vez finalizada la película el músico interactuará con el público brindando apreciaciones sobre cómo se produjo el film.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Las dos juventudes del kirchnerismo

 José Natanson
Escribí en Página/12 dos notas sobre la relación entre kirchnerismo y juventud. En la primera analizaba el impacto subjetivo de los tres grandes líderes progresistas del período pos-autoritario en quienes se formaron políticamente en los momentos más brillantes de cada ciclo: la influencia que aún conserva el alfonsinismo en los que hoy rondan los 40 y los recuerdos tal vez excesivamente dulces del chachismo en quienes hoy andamos por los 30. Allí señalaba que el kirchnerismo, de tanto setentismo, estaba descuidando el efecto que estaba produciendo en los jóvenes de 20.

La segunda nota identificaba a las dos juventudes que conviven en la Argentina de hoy. La de clase media, compuesta por chicos que estudian muchos años, se emancipan tardíamente y se casan pasados los 30, tienen hijos tarde y pocos. Por otro lado, los jóvenes de los sectores más pobres, que desarrollan un ciclo de vida corto, donde todas las etapas se aceleran: el paso de la niñez a la vida adulta es veloz por la necesidad de generar prontamente un ingreso, la emancipación es temprana, los hijos llegan rápido y de a muchos, y la muerte los alcanza más jóvenes, como resultado de los déficit alimentarios y sanitarios.
Retomo algunas de estas ideas y agrego otras, a la luz de las tres noticias de la semana protagonizadas por los jóvenes: la toma de escuelas porteñas, la masiva marcha por La Noche de los Lápices y el acto de la juventud peronista en el Luna Park. Una idea, eje del discurso de Cristina, permite articular las tres noticias. La Presidenta habló de dos juventudes, la de los ’70 y la de ahora, y dijo ver en los jóvenes de hoy las caras de sus compañeros de militancia, estableciendo una continuidad histórica interesante pero que merece una puesta en cuestión. No para invalidar la conexión, sino para matizarla con algunas observaciones.
Señalemos primero las diferencias entre la militancia de los ’70 y la actual, más visible en las tomas de las escuelas y en la marcha del viernes que en el Luna Park. Sergio Balardini, que lleva años investigando el tema, recomienda dejar de lado la imagen estereotipada de una juventud apática para entender mejor la forma que adquiere hoy el vínculo de los jóvenes con la política. En “¿Qué hay de nuevo, viejo? Una mirada sobre los cambios en la participación política juvenil” (Nueva Sociedad, 200), Balardini identifica algunas diferencias básicas. Los motivos que disparan las movilizaciones juveniles son más variados y novedosos: ya no hay una monocausa (el cambio social radical por vía revolucionaria), sino una variedad: la defensa del medio ambiente, los derechos humanos, los derechos sexuales y reproductivos, el apoyo a los reclamos indígenas.
La militancia juvenil actual, sostiene Balardini, tiende a priorizar la acción inmediata, orientada a la resolución pronta y efectiva de problemas. Y aunque este tipo de acciones pueden articularse con una solución de largo plazo, en general se rechaza la idea de que deban sostenerse en un futuro no evidente. Hoy se observa una búsqueda de eficacia en relación con el esfuerzo que se realiza. “Leída desde los ’70, esto implicaría diluir la táctica en la estrategia, el objetivo y los fines últimos. Sin embargo, como decía Freud, ‘a veces un puro es solamente un puro’: tomar una escuela es exigir que se arreglen sus techos ya y no un momento de acumulación en el camino hacia un futuro de revolución”, sostiene Balardini.

Las implicancias de estas mutaciones son múltiples. Los jóvenes de hoy priorizan el “saldo resolutivo” por sobre el “saldo organizativo” (la construcción del partido, por ejemplo) a través de armados de tipo horizontal que revelan una falta de confianza en los mecanismos clásicos de representación (partidos o sindicatos). El diálogo cara a cara es considerado fundamental en el marco de un amplio menú de opciones organizativas, que van de los movimientos sociales y los proyectos socioculturales a los partidos.
Otro aspecto interesante es el de la alegría. El autor intuye que la política tenía en los ’70 una fuerte dimensión trágica, como si sólo pudiera tramitarse –o mejor: como si sólo fuera moralmente válida– en la medida en que implicara algún tipo de sufrimiento; como si la militancia y la alegría fueran incompatibles y la política tuviera que asumir necesariamente un tono grave. Hoy las cosas han cambiado y la política incluye un componente expresivo-comunicativo, una dimensión lúdica que convive con la responsabilidad y el esfuerzo: el paradigma de la militancia es reemplazado por el de la participación.

Todos estos rasgos se vieron en las tomas de escuelas protagonizadas por los estudiantes de la Capital y en la marcha por La Noche de los Lápices. ¿Y en el Luna Park? Probablemente haya sido la más importante movilización juvenil desde comienzos de los ’80. El alfonsinismo tuvo bastante de movimiento juvenil, con una expresión intrapartidaria poderosa (la Junta Coordinadora) y un brazo universitario poderosísimo (la Franja Morada, que durante un par de décadas hegemonizó la política universitaria y que funcionó como cantera de dirigentes). Los tiempos han cambiado, los partidos ya no son lo que eran y las universidades se encuentran bajo el control de la izquierda. Sin embargo, el fenómeno de la militancia juvenil kirchnerista se encuentra en pleno crecimiento y no se explica sólo por los recursos del Estado.

La Presidenta les habló a los jóvenes, citó el buen discurso de Alfredo Larroque, titular de La Cámpora, e insistió con la continuidad entre las juventudes de los ’70 y la actual. Cristina dijo “cuadros”, aunque a la mayoría de los jóvenes la palabra seguramente les remita a su primera acepción –obra de arte– más que a personas políticamente formadas. Entonces ¿cómo hablarles a los jóvenes? La cuestión ronda al kirchnerismo.

No se trata de impostar un discurso ni un lenguaje sino de buscar la forma de tender un puente entre generaciones. El kirchnerismo lleva las marcas de su generación y sería absurdo exigirle que se las sacuda. Es setentista en su forma de gobernar y en su estilo de gestión: la voluntad política (o el voluntarismo) expande los espacios de lo posible y le permite recuperarse de situaciones que todos daban por perdidas (la ley de medios impulsada tras la derrota electoral es un buen ejemplo), pero al costo de una afianzada lógica de amigo-enemigo. Y es setentista en un sentido más abstracto pero no menos real: la necesidad de pintar de un tono épico decisiones que en el fondo no dejan de ser reformistas (a veces muy reformistas) en una confusión que es tanto oficialista como opositora (o quizá que es más opositora que oficialista): Kirchner se obstina en presentar algunos gestos como gestas y la oposición insiste con que se trata de un autoritarismo totalizante, aunque en realidad estemos ante un gobierno que ni en sus momentos más duros se ha salido de los límites.
¿Cómo les habla el kirchnerismo a los jóvenes de hoy? La juventud establece una relación con la política menos trágica, más horizontal y enfocada a fines concretos, más variada e intermitente. Y si la juventud de los ’70 estaba marcada por el choque entre generaciones, con un fuerte componente antipadres, la de hoy es una juventud que negocia con el mundo adulto y que a veces incluso lo lidera: los padres que acompañan a los jóvenes estudiantes secundarios en las tomas de los colegios son un ejemplo clarísimo. No se ve esa necesidad de establecer hiatos históricos tan fuertes como condición para su autoafirmación, lo que quizás ayude a generar una relación más inteligente, menos dolida, con el pasado.

Sin caer en psicoanálisis de revista femenina, señalemos que el diálogo intergeneracional es bueno y que los nuevos pactos familiares permiten una mejor convivencia, más a tono con los tiempos democráticos, entre jóvenes y adultos, pero agreguemos que esto también puede ser un problema. Matar (simbólicamente) a los padres es algo que todo joven debe hacer, porque es la condición necesaria para pegar el salto a la adultez: Freud lo escribió en Totem y tabú y Jim Morrison lo canta en “The end”: “Father/ Yes son?/ I want to kill you/ Mother, I want to... fuck you”.

¿Negociar con los adultos o enfrentarse? ¿Participar de la vida pública o replegarse a lo privado? ¿Dejar que la madre te planche la camisa o mudarse a un monoambiente sin luz? No debe ser fácil ser joven en la Argentina de hoy. Los círculos de militantes kirchneristas, cuantitativamente minoritarios pero cualitativamente importantes, son un fenómeno nuevo, inédito desde el primer alfonsinismo. La mayoría pertenece a la juventud de clase media: hay en la primera línea de La Cámpora una clara sobrepresentación de ex alumnos del Buenos Aires (que la primera conducción de Montoneros también estuviera hegemonizada por jóvenes de El Colegio abre un campo de comparación sugerente). En el acto en el Luna Park, el kirchnerismo les habló a los jóvenes militantes. ¿Les habrá hablado también a los que toman los colegios?

jueves, 16 de septiembre de 2010

Kirchner y las formas de la comunicación

MUY BUEN ANÁLISIS DE ARTEMIO LOPEZ SOBRE EL KIRCHNERISMO, SU FUTURO, LAS NUEVAS Y VIEJAS ESTRATEGIAS COMUNICACIONALES.

PARA LEERLO, HACE CLICK ACÁ

lunes, 13 de septiembre de 2010

GALEANO, EL GRANDE

TREMENDA ENTREVISTA LA QUE SOPORTÓ UNO DE LOS MÁS GRANDES PENSADORES LATINOAMERICANOS. A MEDIDA QUE LA LEAN VAN A IR VIENDO LA INSISTENCIA DEL PERIODISTA POR INTENTAR SACARLE A GALEANO ALGUNA CRITICA O CUESTIONAMIENTO AL PROCESO ACTUAL QUE VIVE AMÉRICA DEL SUR.

ADEMÁS HACE REFERENCIAS EXPLICITAS AL PERIODISMO, LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LAS VOCES, LAS NUEVAS VOCES QUE DÍA A DÍA SE HACEN ESCUCHAR EN DISTINTAS PARTES DEL MUNDO.

ACÁ LA DEJO...QUE LA DISFRUTEN!!

Oscar Gutiérrez, El País
Versión publicada por


El reloj, para Eduardo Galeano (Montevideo, 1940), marca todavía hora de la capital uruguaya aunque el ruido que se cuela en la charla por la ventana llega de la Puerta del Sol. “Disculpa si digo muchas tonterías. Es el jet lag“. Ni por asomo, las cinco horas que separan a Madrid de la capital uruguaya ponen patas arriba la palabra del autor de Las venas abiertas de América Latina. El escritor ha visitado España para participar en la Semana de la Cooperación que organizan la AECID y la agencia Inter Press Service, ocasión que aprovecha para “echar un vistazo al mundo de hoy, un mundo al revés.

Vargas Llosa ha escrito que aún se considera periodista. ¿Y usted?

Sí, pero hay una tradición que cree que el periodismo es un ejercicio que se practica en los bajos fondos de la literatura, y en lo alto del altar está la creación del libro. No comparto esa división de clases. Creo que todo mensaje escrito forma parte de la literatura, incluyendo los grafiti de las paredes. Hace tiempo que, sobre todo, escribo libros y muy pocos artículos. Pero me formé en eso y tengo la marca de fábrica. Le agradezco al periodismo que me haya sacado de la contemplación de los laberintos de mi propio ombligo.

P. En ocasiones cita la frase de un anónimo: “Nos mean y los diarios dicen que llueve”. ¿Sigue lloviendo?

R. Es un grafiti que vi en una calle de Buenos Aires. Las paredes son la imprenta de los pobres. Sigue lloviendo. Empezando por la imposición de un lenguaje mentiroso. Cuando llaman contratistas a los mercenarios mienten; cuando llaman catástrofes naturales a los desastres que el mundo sufre mienten también, porque la naturaleza no tiene la culpa de los crímenes que se cometen contra ella; se invoca a la comunidad internacional y se refieren a un club de banqueros y guerreros que dominan el mundo.

P. Hace tiempo que no escuchamos que la prensa es el cuarto poder. ¿Hemos bajado un peldaño?

R. No. Se han desarrollado formas de comunicación que te devuelven la confianza en que este mundo al revés es un centro de paradojas interesante. Internet nació al servicio de la industria militar, y luego se convirtió en otra cosa distinta. Se multiplicaron las voces no escuchadas que sonaban en campana de palo. Ha contribuido al desarrollo de formas alternativas de comunicación. Yo soy prehistórico y necesito que un diario me cruja las manos, el olor de la tinta y el papel. Tampoco puedo leer un libro en pantalla. Me gusta mucho el papel en la mano, el libro que me apoyo contra el pecho, lo escucho poniendo contra la oreja las palabras que transmite aunque a veces parecen muertas en el papel.

P. El encuentro de la AECID e IPS pretendía implicar a los medios en un “desarrollo más inclusivo”. ¿Se nos olvidó incluir a alguien al contar la crisis?

R. Hubo una manipulación, creo que no inocente, de los grandes medios de comunicación de tal manera que los autores de la catástrofe, los banqueros de Wall Street, terminaron en algo similar a la inocencia hasta creer que la culpa de la crisis la tenía Grecia. Pero también hay voces alternativas que suenan como las radios comunitarias. Han sido despreciadas y perseguidas en muchos países, pero ahora han ido encontrando su lugar. Las voces de la gente, sin intermediarios, suenan más verdaderas.

P. ¿Existe una menor implicación ideológica del periodista?

R. Cualquier forma de apoyo de la diversidad de las voces humanas me parece estimulante, tenga la forma que tenga y se le ponga la etiqueta que se le ponga. Creo en la diversidad de la condición humana. Lo mejor del mundo es la cantidad de mundos que tiene. En Espejos. Una historia casi universal (2008) intenté abarcar el mundo sin hacer caso de las fronteras, el mapa o el tiempo para celebrar la diversidad.

P. Los episodios de violencia contra la prensa de los setenta en América Latina se repiten en nuestros días. ¿Se puede librar el periodista de la coacción?

R. Hay espacios de independencia que es posible abrir. En Argentina dirigí la revista cultural Crisis. Pero me tuve que ir porque la revista prefirió quedar parada y no inclinarse ante la voluntad del golpe militar triunfante que implicaba una censura cada vez peor. Pero mientras duró fue una experiencia extraordinaria. Llegamos a vender 35.000 ejemplares. Para los militares tenía un tufillo subversivo porque se le daba la palabra a los que habían nacido para tener la boca cerrada. Mi experiencia de vida me ha enseñado que todos tenemos algo que decir a los demás, algo que hacer por los demás, celebrado o por lo menos perdonado. Algunas voces resuenan y otras no. Hay muchos que están condenados al silencio eterno. A veces las voces desconocidas, despreciadas, ignoradas son mucho más interesantes que las del poder y sus múltiples ecos.

P. En Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, los Gobiernos andan a la gresca con los medios de comunicación…

R. Las generalizaciones corresponden a una visión de nuestra realidad, la latinoamericana o del sur del mundo, que el norte tiene. Los débiles, cada vez que intentan expresarse o caminar con sus piernas, resultan peligrosos. El patriotismo es legítimo en el norte del mundo y en el sur se convierte en populismo o, peor todavía, terrorismo. Las noticias son muy manipuladas, dependen de los ojos que las ven o el oído que las escucha. La huelga de hambre de los indios mapuches en Chile ocupa poco o ningún espacio en los medios que más influencia tienen, y una huelga de hambre en Venezuela o Cuba merece la primera plana. ¿Quiénes son los terroristas? ¿Son piratas los que asaltan los barcos o los que pescan violando las leyes y los límites?

P. El presidente venezolano, Hugo Chávez, es uno de los que andan enzarzados con la prensa ¿Tenemos veredicto con él?

R. Hay una demonización de Chávez. Antes Cuba era la mala de la película, ahora ya no tanto. Pero siempre hay algún malo. Sin malo, la película no se puede hacer. Y si no hay gente peligrosa, ¿qué hacemos con los gastos militares? El mundo tiene que defenderse. El mundo tiene una economía de guerra funcionando y necesita enemigos. Si no existen los fabrica. No siempre los diablos son diablos y los ángeles, ángeles. Es un escándalo que hoy, cada minuto, se dediquen tres millones de dólares en gastos militares, nombre artístico de los gastos criminales. Y eso necesita enemigos. En el teatro del bien y del mal, a veces son intercambiables como pasó con Sadam Husein, un santo de Occidente que se convirtió en Satanás.

¿Quién dirigirá a la oposición?

Por Edgardo Mocca en Debate

Con el paso del tiempo y la aproximación de la etapa electoral propiamente dicha (ya se sabe que en la Argentina todo el tiempo es tiempo electoral) crece la incógnita sobre el mapa político que presentará la oposición. Por ahora, se insinúa la doble escena de la coincidencia en el Congreso, que gira invariablemente en torno del enfrentamiento sistemático con el Gobierno, y la exploración de diversas alternativas de alianzas ensayadas fundamentalmente por el radicalismo y el peronismo disidente.
Parece inevitable, dentro de este cuadro, que los sondeos de opinión vayan despejando el panorama de las candidaturas y sean sus veredictos los que ordenen el territorio opositor. Sin embargo, existen algunas anomalías en este registro, que algunos analistas políticos entienden como el agotamiento definitivo de los partidos y los proyectos políticos. El Gobierno ha conseguido elevar de modo considerable la temperatura política del debate, en correspondencia con la sensibilidad de la agenda que propone. Aquí hay un punto cuya relevancia supera a la de los, necesariamente imprecisos, cálculos que proveen las encuestadoras. ¿Quién tiene la iniciativa, quién establece la arena en la que se ha de luchar por el triunfo electoral?
El kirchnerismo ha capturado una bandera política que le permite establecer una clara divisoria de aguas. Inscribe su batalla central contra los grandes multimedios en una trama discursiva que gira cada vez más en torno al planteo de que las corporaciones económicas, encabezadas por el Grupo Clarín, constituyen el obstáculo central para la profundización de la democracia. Se coloca así, en el lugar de la recuperación de la autonomía democrática progresivamente colonizada por quienes detentan el poder sobre las riquezas y sobre el uso de la palabra. Hasta ahora, la oposición no parece haber registrado la naturaleza de la pelea que está planteada y sigue apostando todas sus fichas a la reinstauración de un clima político parecido al que atravesamos en la época del conflicto agrario. La retórica y los pasos tácticos opositores, terminan por colocar a sus portavoces en el exacto lugar que le tiene asignado el relato oficial: el de voceros y defensores incondicionales de los intereses de los oligopolios mediáticos.
No hay ningún analista de opinión pública que no venga indicando un apreciable cambio en el clima político del país. Importantes franjas de la sociedad argentina tienden a abandonar las certezas apocalípticas que sobre el futuro económico nacional enunciaban los mismos “especialistas” que juzgaban sólida la situación pocos meses antes del espectacular derrumbe de la Convertibilidad.

En correspondencia con ese ambiente menos pesimista, la irritación cerrada e irreductible con el Gobierno ha cedido espacio al avance de un humor más pragmático que prefiere evaluar razonablemente la marcha de las cosas. Hay, sin embargo, otro aspecto que aparece cada vez más resaltado en los sondeos: el hasta ayer inconmovible mito de la credibilidad de los medios de comunicación, se ha agrietado visiblemente. Interesante es la pregunta sobre cómo se produjo esa línea de ruptura. Si fue el programado abandono de cualquier atisbo de objetividad por parte de los productos periodísticos del Grupo Clarín, reconvertidos en maquinarias propagandísticas, o la existencia de un dispositivo progubernamental que ha logrado atravesar la espiral de silencio e incorporado nuevas perspectivas sobre la realidad. Tampoco está claro si esta tendencia, por ahora incipiente, se profundizará y se hará irreversible. Pero su existencia es innegable y proyecta su influencia en el escenario preelectoral.
El rumbo estratégico de la oposición sigue marcado por un temor paralizante. Cualquier vacilación en el desenfreno antigubernamental, puede ser reinterpretado mediática y políticamente como una claudicación ante los Kirchner, y merecer el fácil reproche de constituir un nuevo Pacto de Olivos.
Curiosamente, el portaestandarte de este esquema conceptual no es una candidata que aparezca con un futuro electoral promisorio. Es una dirigente, Elisa Carrió, quien ha quedado claramente descentrada de la competencia sucesoria y, ante cada retroceso, responde con una radicalización de su discurso, que ha alcanzado niveles insospechados de temeridad. La colocación que acaba de hacer del Grupo Clarín como “última muralla de la libertad” en la Argentina es una muestra contundente de que su camino no tiene retorno y tiene solamente dos terminales “posibles”: una, muy problemática, consiste en convertirse en la emergente política de una situación caótica de desastre económico y violencia política; la otra, es el aislamiento político total y la diáspora de la todavía fiel constelación parlamentaria que la rodea. Cualquier sitio intermedio demandaría una moderación de la que, la diputada chaqueña por la Ciudad de Buenos Aires, drásticamente carece.
A pesar de que muchos en la oposición intuyen la caída del estrellato de Carrió, no se deciden a soltar amarras con sus planteos. Particularmente, el radicalismo vive el drama de moverse en un angosto desfiladero: si siguen acompañándola, la credibilidad partidaria puede angostarse hasta expresar solamente a los sectores sociales más encarnizados en su odio contra el gobierno; si se distancian y adoptan una línea más pragmática, temen perder centralidad en la oposición. A esto último hay que agregar el castigo, nada despreciable todavía, de los grandes medios contra esa conducta díscola.
En los últimos tiempos, particularmente después de su ruptura con el Acuerdo Cívico y Social, Carrió ha reincorporado a su discurso, la necesidad de la alianza con un sector del peronismo. Realmente nadie imagina a algún sector más o menos influyente del justicialismo encolumnado detrás de su figura; no sería otra cosa que la aceptación del fracaso en la disputa por el voto peronista. Pero las evidentes dificultades que tiene el mundo del peronismo disidente para encontrar una fórmula de acuerdo político crea condiciones para el sostenimiento en su interior de un antikirchnerismo inflexible. De ese modo, tampoco en el peronismo disidente parece haber lugar para un replanteo inmediato de su táctica.

Como están las cosas, la oposición tiende a perseverar en su ser, en la espera de una reversión del humor social que vuelva a acorralar al Gobierno. Procurará victorias parlamentarias que confieran espectacularidad a su conducta, aunque en la práctica se limiten, en el mejor de los casos, a elevar los costos del ejercicio del veto por parte de la Presidenta. Será la apuesta, por ejemplo, a la credibilidad social que tenga la propuesta de elevación de los haberes jubilatorios a un 82 por ciento móvil de los de los trabajadores en actividad, realizada por una constelación política con escasas credenciales históricas en la materia.
En el medio, estarán obligados a afirmar una “verdad” en torno al traspaso de Papel Prensa, en 1976, bastante difícil de creer. Tendrán que sostener que la manipulación de precios del papel por parte de Clarín y La Nación son derechos adquiridos en una operación comercial libre y transparente, y cualquier intento regulatorio del Estado no es otra cosa que un intento por amordazar a los “medios independientes”. Como libreto preelectoral no promete mucho.
Contar con el apoyo de los principales medios de comunicación ha mostrado ser un activo valioso para fuerzas políticas en ascenso y con personalidad propia. No es ésa la situación actual del Grupo A que, más bien, parece tender a ordenarse detrás de empresarios mediáticos de menguada imagen como recurso que reemplace a una estrategia política propia. Está claro que la figura central de esa política es y será la diputada Carrió.

viernes, 10 de septiembre de 2010

ABAJO EL BLOQUEO!!!

Volví!

Después de una larga ausencia en el blog estoy de vuelta para compartir un excelente post del cantante cubano SILVIO RODRIGUEZ sobre Cuba, el bloqueo y por que no...la ARGENTINA.

El articulo en ningún momento hace referencia a nuestro país, obvio, pero les va a pasar, por lo menos me pasó a mi, de que muchas de las cosas que pasaron en Cuba también pasan/pasaron aquí. Otra aclaración por las dudas...siempre teniendo en cuenta las distintas condiciones de cada país. Digo, por las dudas.

Sin querer decir que el gobierno de Nestor y Cristina es algo parecido a la revolución cubana, cuando Silvio hace la  descripción de la cuba pre-revolucionaria, me hizo acordar a muchos aspectos de la Argentina del pasado. Cómo. Me refiero al claro aspecto de INCLUSIÓN SOCIAL que caracteriza a este gobierno.

Éste gobierno, como aquel ay, tiene como preocupación aumentar la participación social de las mayorías ocupándose de ellas misma...

Se pudo entender algo de lo que escribí?? Buee..sino me avisan...


Lo podes leer en palabras de Silvio acá

jueves, 2 de septiembre de 2010

Un análisis del poder

Por José Pablo Feinmann

El discurso que la presidenta CFK ofreció el 24 de agosto fue más allá de lo que han ido todos los discursos de los presidentes argentinos hasta la fecha. Nadie –ni siquiera el primer Perón o Evita– procedieron a una destotalización de la estructura del poder en la Argentina. Analíticamente, destotalizó, en primer término, la totalidad y luego la armó otra vez para exhibir su funcionamiento. ¿De qué estaba hablando la Presidenta? Del poder en las sombras, del poder detrás del trono, del verdadero poder. ¿Cuál es? Es el poder mediático. La filosofía occidental de los últimos 45 años se ha equivocado gravemente. Para salir de Marx y entrar en Heidegger (como crítico exquisito de la modernidad pero desde otro lado al de Marx) se vio obligada a eliminar al sujeto, tal como Heidegger lo había hecho con innegable brillo desde su texto La época de la imagen del mundo. También Michel Foucault dio por muerto al hombre. Barthes, al autor. Al estilo. Deleuze, desde Nietzsche, a la negatividad, o sea: al conflicto en la historia. Y la academia norteamericana sistematizó todo esto incorporando con fervor a los héroes de la French Theory. El fracaso es terrible y hasta patético. En tanto los posmodernos postulan la muerte de la totalidad, el Departamento de Estado postula la globalización. En tanto proponen la muerte del sujeto, el Imperio monta brillantemente al más poderoso sujeto de la filosofía y de la historia humana: el sujeto comunicacional. Y ésta –hace años que sostengo esta tesis que en Europa causa inesperado asombro cuando la desarrollo– es la revolución de nuestro tiempo. El sujeto comunicacional es un sujeto centrado y no descentrado, logocéntrico, fonocéntrico, ajeno a toda posible diseminación, informático, bélico, enmascarador, sometedor de conciencias, sujetador de sujetos, creador de realidades virtuales, creador de versiones interesadas de la realidad, de la agenda que determina lo que se habla en los países, capaz de voltear gobiernos, de encubrir guerras, de crear la realidad, esa realidad que ese sujeto quiere que sea, quiere que todos crean que es, que se sometan a ella, y, sometiéndose, se sometan a él, porque lo que crea el sujeto absoluto comunicacional es la verdad, una verdad en la que todos acabarán creyendo y que no es la verdad, sino la verdad que el poder absoluto comunicacional quiere que todos acepten. En suma, su verdad. Imponer su verdad como verdad para todos es el triunfo del sujeto comunicacional. Para eso debe formar los grupos, los monopolios. Debe apoderarse del mercado de la información para que sólo su voz sea la que se escuche. Para que sean sólo sus fieles periodistas los que hablen. Una vez que esto se logra el triunfo es seguro. El arma más poderosa de la supraposmodernidad del siglo XXI radica en el mayor posible dominio de los medios de información. Que ya no informan. Que transmiten a la población los intereses de las empresas que forman el monopolio. Intereses en los que todas coinciden. Asombrosamente ningún filósofo importante ha advertido esta revolución. Foucault se pasó la vida analizando el poder. Pero no el comunicacional. ¡Por supuesto! ¿Si había negado al sujeto cómo iba a analizar los esfuerzos del poder por constituirlo de acuerdo a sus intereses? Nadie vio –además, y se me antoja imperdonable– al nuevo y monstruoso sujeto que se había consolidado. Superior al sujeto absoluto de Hegel. Algo atisbó Cornelius Castoriadis. Pero poco. Relacionó las campañas electorales con las empresas que las financian. Pero –insisto–, aquí lo esencial es que el tema del sujeto ha vuelto a primer plano. Colonicemos al sujeto, hagámosle creer lo que nosotros creemos, y el poder será nuestro. El poder empieza por la conquista de la subjetividad. Empieza por la construcción de algo a lo que daré el nombre del sujeto-Otro.

Formulemos –como punto de partida de esta temática esencial– la obligada pregunta: ¿qué es el sujeto-Otro? Es lo Otro del sujeto. Escribo Otro con esa enorme O mayúscula para marcar la ajenidad que el Poder consigue instaurar entre el sujeto y lo Otro de sí. Heidegger transitó bien está temática. Lo que yo llamo sujeto-Otro es ese sujeto que –según Heidegger– ha caído “bajo el señorío de los otros” (Ser y Tiempo, parágrafo 27). He aquí un señalamiento brillante y preciso: el señorío de los otros. Heidegger amplía el concepto: quien cae bajo ese señorío (el de los Otros) “no es él mismo, los otros le han arrebatado el ser”. “El Poder, al someter mi subjetividad, elimina mis proyectos, mi futuro más propio, lo que hubiera querido hacer con mi vida. Mis posibilidades (...) son las del Otro, son las del Poder, las que me vienen de afuera. Ya no soy yo quien decide, soy decidido” (JPF, La historia desbocada, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2009, p. 128). Heidegger, sin embargo, se remite a la esfera ontológica: lo que se pierde es el ser. No creo que debamos poner el acento ahí: lo que se pierde es la subjetividad, la conciencia, la autonomía de pensar por nosotros mismos, pues pensamos lo que nos hacen pensar, decimos lo que nos hacen decir y nos convertimos en patéticos, bobos, manipulados defensores de causas ajenas. CFK manejó la temática con precisión y con una audacia que –yo, al menos, y ya tengo mis años viviendo siempre en este país– no le vi a ningún presidente. Cuando retoma la frase de tapa de Clarín y la da vuelta es donde revela qué es el Poder. Clarín titula: “El Gobierno avanza en Papel Prensa para controlar la palabra impresa”. Detrás de esta frase está toda la campaña “erosionante” (por utilizar un concepto del revolucionario popular agrario Buzzi, fiel a sus bases hasta la muerte, hasta matar a la FA sometiéndola a los intereses de la Sociedad Rural, manejada hoy por el “Tano” Biolcati, descendiente de la “chusma ultramarina” que Cané desdeñaba, y no por Martínez de Hoz o por el elegante señor Miguens) de la oposición. Es decir, el Gobierno es autoritario, enfermo de poder y siempre empeñado en silenciar a todos. CFK le da la razón a Clarín: “Clarín piensa que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa. Quiero en esto coincidir con Clarín. Claro, quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa. ¿Por qué? Porque Papel Prensa Sociedad Anónima es la única empresa que produce en el país pasta celulosa para fabricar papel de diario, fabrica el papel de diario, lo distribuye y lo comercializa en lo que se conoce en términos económicos y jurídicos como una empresa monopólica integrada verticalmente. ¿Por qué? Porque va desde la materia prima hasta el insumo básico, pero no solamente produce ese insumo básico sino que además determina a quién le vende, cuánto le vende y a qué precio le vende. Por eso coincido con Clarín en que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa en la República Argentina”.

El Poder –en cada país– tiene que formar monopolios para tener unidad de acción. No se tiene todo el poder si se tiene sólo Papel Prensa, que implica, es verdad, el control de la palabra impresa. Pero hay que tener otros controles. Sobre todo –hoy, en el siglo XXI, en esta supraposmodernidad manejada por la imagen– el poder de la imagen. Y el de la voz radial, siempre penetrante, omnipresente a lo largo de todo el día. Se trata de la metralla mediática. No debe cesar. ¿Por qué este Gobierno se complica en esta lucha con gigantes sagrados, intocables? O lo hace o perece en cualquier momento. Desde la campaña del señor Blumberg se advirtió que los medios podían armar una manifestación popular en pocas horas. Toda la gilastrada de Buenos Aires salió con su velita detrás del ingeniero que no era e impulsada por Hadad y la ideología-tacho que –en ese entonces– era una creación de Radio 10. La ideología-tacho es un invento puramente argentino. Como el colectivo, el dulce de leche y Maradona. Uno toma un taxi en cualquier parte del mundo y el taxista no lo agrede con sus opiniones políticas. Lo deja viajar tranquilo. Sigamos: la segunda, terrible señal de alarma fue durante las jornadas “destituyentes” y “erosionantes” del “campo”. Sin el apoyo inmoderado de “los medios” habría sido un problema menor. Pero la furia mediática llegó a sus puntos más estridentes. La “oposición” no es esa galería patética de ambiciosos, torpes e impresentables políticos que pelean mejor entre ellos que con sus adversarios. Son los medios. La derecha no tiene pensadores, tiene periodistas audaces, agresivos. Y la mentira o la deformación lisa y llana de toda noticia es su metodología.

El análisis de CFK fue excesivamente rico para una sola nota. Hasta aquí tenemos: Videla convocó a La Nación, Clarín y La Razón y les entregó Papel Prensa. Al ser el Estado desaparecedor socio de la sociedad que se formó, esos diarios no sólo apoyaron o colaboraron con un régimen abominable, fueron sus socios. ¿Para qué? CFK lo dice así: “Durante esos años se escuchaba mucho el tema defender nuestro estilo de vida. Nunca pude entender exactamente a qué se referían cuando se hablaba de defender nuestro estilo de vida. Yo no creo que la desaparición, la tortura, la censura, la falta de libertad, la supresión de la división de los poderes puedan haber formado en algún momento parte del estilo de vida de los argentinos”. Sí, en el momento en que se constituye Papel Prensa y Videla les pide a los grandes diarios que –ahora sí: a muerte– defiendan la lucha en que están empeñados, el estilo de vida argentino, para ser defendido, requería los horrores de la ESMA. Hay un libro de Miguel Angel Cárcano: El estilo de vida argentino. En sus páginas se traza una imagen idílica, campestre, cotidiana y señorial del general Roca. Ese es –para Cárcano– un héroe de nuestro estilo de vida. El de ellos, el de la oligarquía que hizo este país a sangre fuego y a sangre y fuego lo defendió siempre que se sintió atacada. Los herederos de Cárcano y Roca todavía lo defienden. Si se les deja el poder de “formar la opinión pública” como siempre lo hicieron volveremos al país que desean: el del neoliberalismo, el de los gloriosos noventa. Conservarán el poder. Al que CFK dibujó así: “Si hay un poder en la República Argentina, es un poder que está por sobre quien ejerce la Primera Magistratura, en este caso la Presidenta, también por sobre el Poder Legislativo y, mal que pese, también por sobre el Poder Judicial (...) es invisible a los ojos”. Es el poder que tan impecablemente definió un otrora misterioso personaje: “¿Presidente? Ese es un puesto menor”.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La buena voluntad kantiana

Por Rubén Dri *

Los partidos de izquierda y semiizquierda, llamados de centroizquierda, se sienten en su propia salsa cuando el Gobierno presenta rasgos reaccionarios y represivos. La contradicción aparece entonces con absoluta claridad, sin peligro alguno de confusión. La realidad se enturbia cuando el gobierno de turno presenta rasgos populares o, en todo caso, que benefician a los sectores populares. Dichos partidos necesitan que el Gobierno sea reaccionario. De esa manera, piensan que tienen espacio para su crecimiento, sin ningún tipo de confusión. Los hechos del presente gobierno desmienten esa pretendida realidad. ¿Cómo hacer entonces para que esa necesidad se transforme en realidad, o sea creída como tal? Es allí donde viene en su auxilio Kant, ese gran filósofo de fines del siglo XVIII. Dice Kant al inicio de Fundamentación de la metafísica de las costumbres: “Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad”, es decir, una buena intención. No se trata de hechos sino de intenciones. Son éstas las que cuentan. En consecuencia, todos los hechos deben ser juzgados según sus intenciones.

Para cortar por lo sano, representantes de esos partidos de izquierda directamente afirman que la única intención o voluntad de los Kirchner es “robar”. Con ello, no hay hecho que se salve, pues todos ellos tienen como única intención el robo. El asunto queda así plenamente clarificado. Todos los hechos del Gobierno serán pasados por este tamiz. La política de los derechos humanos en la realidad, independientemente de las intenciones, ha producido hechos que los sectores del campo popular, con los movimientos de derechos humanos a la cabeza, reclamaban insistentemente. Los genocidas están siendo juzgados y condenados, la jefatura del Ejército fue desmantelada, la Corte Suprema de la ignominia fue descabezada y, en su lugar, fueron elegidos miembros de intachables antecedentes. ¿Qué dicen al respecto nuestros kantianos? Todo eso lo hace el Gobierno para tapar sus negocios, para cooptar a los movimientos populares y, en especial, a los de derechos humanos. Además, el juicio a los genocidas ya estaba “en la corriente” (sic!). Mientras practica una política de derechos humanos del pasado, los derechos humanos del presente son pisoteados.

Latinoamérica vive una nueva etapa de su historia. Por primera vez, desde las luchas de Felipe Varela contra la política genocida de Mitre, se habla de la Patria Grande Latinoamericana. El proyecto del ALCA de Bush naufraga en las aguas de Mar del Plata; el Mercosur, con todas sus contradicciones, experimenta verdaderos avances, se forma la Unasur. Por primera vez se unen todos los presidentes latinoamericanos para rechazar el golpe de Estado contra uno de ellos. ¿Qué dicen nuestros kantianos? Por ahí va la corriente y, en todo caso, se trata de “negocios”. Para algunos es peor, pues afirman que la Argentina es el freno para estos avances latinoamericanos.

Viene luego el movimiento “golpista” de las corporaciones agrarias, denominado “del campo”, que sometió al país a un feroz lo-ckout comandado por la “democrática” Sociedad Rural y protagonizado por los Panzers de la Federación Agraria. El problema giró alrededor de la 125. ¿Qué opinaron nuestros kantianos? Que toda la culpa del conflicto es del Gobierno porque las retenciones eran para pagar la deuda externa y, por otra parte, no propuso “retenciones segmentadas”. En realidad todas las propuestas del Gobierno haciendo concesiones a los pequeños productores fueron rechazadas, lo que indicaba a las claras que no se trataba de segmentar las retenciones. Finalmente, se llega a las votaciones en ambas cámaras. En Diputados es donde se lucen los kantianos. El hecho, no la intención, era votar a favor o en contra de la 125. Si se votaba a favor se estaba con el Gobierno; si, en contra, con la Sociedad Rural y sus socios. La intención de nuestros kantianos desmintió el hecho: votaron por las retenciones segmentadas. Lo único bueno, como afirma Kant, es la “buena voluntad” o la pureza de intención. Los hechos son despreciables. Tuvo que ser el jefe de los Panzers de la FA, Eduardo Buzzi, quien finalmente aclarase la naturaleza del conflicto que en vano muchos habíamos denunciado. “La consigna es –afirmó en una reunión de productores agropecuarios– desgastar a este gobierno.”

Viene ahora otra ocasión brillante para que un partido de centroizquierda como Proyecto Sur muestre definitivamente que ha incorporado la buena voluntad a su política de desgaste del Gobierno, con lo que piensa acrecentar su espacio político. Se trata de la votación del 82 por ciento a los jubilados. Como partido de izquierda, Proyecto Sur está a favor de la medida. Por otra parte, sabe, y lo ha dicho su jefe, que aprobar tal medida sin proponer la fuente de financiamiento es una irresponsabilidad. ¿Qué hace entonces? Da el quórum para el debate. Presenta la propuesta de financiamiento. Con ello, su buena voluntad ha sido plenamente demostrada. Ha salvado sus principios. Ahora sabe que si da quórum para la votación se aprobará la propuesta del 82 por ciento que había declarado como “irresponsable”. El dar el quórum está en los despreciables hechos. No tiene importancia. Su buena voluntad está a salvo.

* Filósofo, profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).